Mañana se inaugura Rockomikiak en el Depósito de Aguas de Montehermoso. Se trata de una exposición que quiere tratar, revisitar, el borbotón cultural y social que tuvo lugar en Euskadi a lo largo de los efervescentes y tumultuosos años ochenta. Un borbotón expresivo que, también, se dio en el resto del Estado. Aunque aquí tuvo unos matices, unas características propias, una intrínseca personalidad que es lo que Rockomikiak quiere reflejar en el recinto de Montehermoso.
La muestra -centrada en mostrar las conexiones que se dieron entre el rock y el cómic- no puede dejar de hablar de una época en la que una generación muy numerosa de jóvenes vascos -los nacidos en los sesenta, es decir durante el baby boom- necesita expresarse. Y lo hace a través de la cultura popular. Buscando en ella una manera fresca y muy potente de comunicarse. Una manera cimentada en el “hazlo tú mismo” o, como mundialmente se conoce, en el D.I.Y. (acrónimo de Do it yourself). Esta generación utiliza diferentes medios: la música, la historieta, los fanzines, incluso las artes plásticas y escénicas. Pero impera el mestizaje: la mayoría no se definen en un solo medio y componen, dibujan, escriben, producen, coordinan? dándose muchas conexiones entre estos emergentes agentes culturales. Algunos de ellos, contraculturales, alternativos, amateurs, undergrounds. Pues son jóvenes que, sobre todo, se interrelacionan en la calle, en los bares, conciertos, librerías, tiendas de discos... Por no hablar de los múltiples espacios alternativos -o infraestructuras marginales, entendiendo marginal como todo aquello que se construye al margen de la norma- que ellos mismos van habilitando: gaztetxes, radios libres, etc. Este fenómeno de explosión cultural es contaminada en profundidad por ciertos acontecimientos y manifestaciones sociales: insumisión, okupación, nacionalismo, ideas libertarias... Pues de lo que se trata es de hablar de lo que en esos momentos acontece aquí -en el territorio y a pie de calle- y preocupa a esta generación de jóvenes. Y, por otra parte, no hay que olvidar que la necesidad también de expresarse en la lengua propia, en euskera, es un factor que muchos de ellos tienen en cuenta.
Pero la exposición no es una muestra ortodoxa de material de archivo de esa época, sino que busca la implicación del visitante: hay una zona de lectura de material de la época y también un espacio de creación de fanzines (hay facsímiles de fanzines que pueden ser fotocopiados, grapados...). Y también el público puede dejar su aportación: dibujando en una de las paredes algo relacionado con la temática de la muestra.
Rockomikiak no deja de ser el contrapunto, otra versión, de dos exposiciones que hace poco tiempo hemos podido visitar en nuestra ciudad: Baby boom, juguetes para todos y ¡Quieto todo el mundo! Comienza la movida. Dos muestras mucho más amables, triviales y menos arriesgadas en su planteamiento que Rockomikiak.