Vitoria - Un universo conocido pero que siempre se presenta nuevo. Cada encuentro con la obra de Alfredo Fermín Cemillán es adentrarse en territorio identificable aunque para dejarse sorprender por estímulos distintos. Palabra, o mejor dicho, dibujo de Mintxo, eso sí, buscando otros diálogos con el espectador. Así quiere presentarse el artista madrileño, aunque gasteiztarra de adopción, en la exposición que hoy se inaugura en Zuloa, una muestra que permanecerá abierta hasta el próximo 11 de abril y que supone, además, la guinda final a la colaboración entre la librería y el colectivo de impulso a los creadores locales Art ¡eh!.

Seis han sido las propuestas que se han sucedido en el espacio de la calle Correría a lo largo de los últimos meses de la mano de este trabajo conjunto del que Carlos Lalastra, motor de Art ¡eh!, hace una valoración positiva al tiempo que reconoce que también es saludable para ambos lados abrir un paréntesis en esta relación, que ya se verá si se retoma en el futuro.

De momento, el adiós, sea temporal o definitivo, tiene el nombre de Mintxo, que tiene claro que aunque la exposición no posee título oficial como tal “debería llamarse Dibujos y dos cuadros, que puede parecer una tontería pero es que es lo que hay y en muchas ocasiones en el arte hay que ser más transparentes”.

Como el creador tiene claro que el suyo es un oficio que debe reivindicarse como una “profesión normalizada”, apunta que en Zuloa expone el resultado de su particular departamento de I+D. “Ahí hago lo que me da la gana y puedo permitirme hacer hallazgos técnicos y temáticos que luego puedo trasladar, o no, al trabajo por encargo”, y así Mintxo abre de para en par al público la puerta de su laboratorio de investigación, de la sala de maquinas, del lugar donde nace la palabra, o mejor dicho, el dibujo de Mintxo.

Dos láminas de la Vitoria que sueña el autor abren el recorrido, dos miradas, ejemplo de otras, hacia esa ciudad con puerto o sin determinadas barreras visuales para reivindicar tanto el hecho de imaginar como la posibilidad de no recaer siempre en los mismos tópicos.

Tras ellas, en pequeño formato, una veintena de dibujos en clave figurativa para adentrarse en “el mundo de las sugerencias”, donde el artista quiere “seducir” primero al visitante para que después él, si quiere, abra la tapa del frasco de las interpretaciones. “Quiero contar lo máximo con lo mínimo” trazando “metáforas sobre las relaciones y los puntos de vista”.

Cierran el camino dos cuadros de grandes dimensiones realizados a lo largo de los últimos tres años, ventanas a paisajes imposibles. “Es que quiero ser pintor y estoy practicando”, ríe.

De esta forma se configura una muestra en la que el público, además de interesarse por las obras, también puede hacerse con alguna de las reproducciones de la serie limitada editada por Art ¡eh! en esta ocasión. Otra forma de tener cerca la palabra, o mejor dicho el dibujo, de Mintxo.