Este fin de semana, el Campeonato de Bertsolaris de Álava se toma un pequeño descanso antes de comenzar la segunda vuelta de sus semifinales. Pero es un paréntesis activo para los 18 protagonistas que desde el 25 de enero están midiendo sus fuerzas en busca de la txapela del territorio. Cada uno evalúa lo hecho hasta este punto, el nivel ofrecido, los aspectos fuertes y no tanto de su actuación, qué puede o debe hacer de cara a los próximos compromisos que servirán para dilucidar los seis puestos de la final que el 21 de marzo se llevará a cabo en el Principal gasteiztarra. Son la cara visible del certamen, su esencia, pero para que ellos y ellas puedan lucirse ante el público, antes, durante y después es esencial, básico, imprescindible la labor que hacen decenas de voluntarios en distintas facetas: proponiendo temas, juzgando las actuaciones, organizando cada paso.
Reunirlos a todos es imposible, pero Aintzane Irazusta, Oier Suarez e Iker Elexpuru roban un poco más de tiempo de su vida familiar y profesional para encontrarse con DNA y descubrir todo ese trabajo que el espectador no ve, aunque pueda intuir. Los tres, eso sí, lo tienen claro. Puede que esa labor sea exigente, complicada, no siempre valorada o entendida, y un tanto agotadora durante un campeonato como el actual, pero escuchar de su boca una sola queja hay que descartarlo al segundo. “Claro que es un esfuerzo del que somos conscientes, pero lo hacemos a gusto”, resume Suarez, que, además de compartir funciones de gai jartzaile (aquellas personas que se encargan de seleccionar y detallar los temas sobre los que se tendrán que realizar las improvisaciones) con Irazusta, es también miembro de la organización. “La expresión más rica de cualquier lengua es la improvisación y desde pequeños hemos recibido el amor a eso, el respeto por el bertso”, subraya Elexpuru, que forma parte del plantel de jueces del certamen organizado por Arabako Bertsozale Elkartea.
A lo aprendido de sus abuelos y sus padres mira Irazusta tanto a la hora de apoyar a sus compañeros quitando hierro en cuanto a los sacrificios que puede significar el campeonato como al relatar el camino que le llevó a ser una de las personas que trabaja en proponer y elaborar las cuestiones que se les plantean a los bertsolaris en las distintas fases de un saio. “Desde pequeña he vivido el bertso y el camino ha sido natural”, apunta.
Como en el caso de sus acompañantes en esta conversación, su labor, como es lógico, empieza antes de que el primer bertso sea dicho. Reuniones, pero también un buen número de e-mails y whatsapps se convierten en indispensables para perfilar cada detalle, ya que, como ella misma describe, hay que ser escrupulosamente correctos. “Un cambio en una palabra, que una coma esté o no o dónde, puede cambiar todo el significado de un tema”, una gran responsabilidad teniendo en cuenta que “sabes que el bertsolari se está jugando mucho, que está nervioso y tiene muy pocos segundos para responder”.
A esa improvisación, a su fondo y su forma, está atento el público pero, sobre todo, los jueces como Elexpuru, que recuerda que terminó ejerciendo este papel “de una manera más o menos accidental; mis padres son muy aficionados a los bertsos, es algo que siempre he vivido y a eso le añades que tienes un control sobre la lengua y un perfil un tanto riguroso, así que...”. También en su caso y en el de quienes le acompañan en la labor de valorar aquello que sucede frente al micrófono, el camino empieza antes de que una cita como el actual certamen individual de Álava se ponga en marcha. Aunque las reuniones y evaluaciones no se detienen durante el campeonato, los encuentros previos tienen un objetivo fundamental: estableces criterios comunes para que no se produzcan desfases a la hora de puntuar.
Para ello se analizan bertsos de otras citas dentro y fuera de Álava donde se han registrado discrepancias, se analizan y comparten ideas y propuestas, se fijan bases compartidas. “Lo difícil es establecer el mismo criterio entre distintos saios y mantener hasta el final el equilibrio establecido al principio”, explica.
Claro que para que bertsolaris, jueces, espectadores, presentadores, medios de comunicación y proponentes de temas puedan encontrarse en un lugar determinado en una fecha concreta es fundamental el papel de la organización. Antes de que nada se mueva, hay que dilucidar cómo va a ser el campeonato, cómo se quiere llevar a cabo, con cuántos participantes, a través de qué fases... decisiones que una vez adoptadas también condicionan la búsqueda de los espacios repartidos por todo el territorio donde va a tener lugar cada saio, hablar con el ayuntamiento correspondiente, contactar con la bertso-eskola de la zona... “Es complicado, la verdad”, asume Suarez. Y eso sólo es el previo. Cuando llega el día señalado, es necesario quedar con antelación para prepararlo todo (sillas, micrófonos...), atender a los miembros de la web bertsoa.com o del programa televisivo Hitzetik hortzera que registran cada encuentro, estar al tanto de actualizar la información en las redes sociales, hacer llegar lo grabado al centro de documentación Xenpelar... “Cuando recoges, todo el mundo se va, pero tu te quedas”, dice con una sonrisa, al tiempo que recuerda que “en estos años he aprendido muchas cosas; por ejemplo, para mí antes un jack era un animal, ahora sé que es un cable”.
Cuando todo termine, después de la final del 21 de marzo en el Principal, llegará el momento de seguir trabajando, de evaluar la edición de este año de cara a cambiar lo que sea necesario con la mirada puesta tanto en el siguiente certamen individual, el que se producirá en 2017, como en el resto de la actividad que desarrolla Arabako Bertsozale Elkartea. “Somos un poco masocas a lo hora de ver cómo hacemos mejoras”, dice Suarez. Una labor que también se hace hablando con los bertsolaris, mirando a los otros herrialdes, comparando, conociendo, sumando... aunque, bueno, “también nos tomaremos un pote”, ríe Elexpuru.