berlín - La Berlinale entró ayer en la recta final con la historia de Georg Elser, el sencillo obrero de pueblo que trató de asesinar a Adolf Hitler meses después del arranque de la II Guerra Mundial y exponente del resistente en solitario frente a la monstruosidad del régimen nazi.

Elser. 13 Minuten, dirigida por el alemán Oliver Hirschbiegel, fue el plato fuerte de la jornada, exhibida fuera de competición pero en la sección oficial, mientras que la única concursante del día fue la italiana Vergine Giurata, de la neófita Laura Bisputi. “Fue un visionario o un héroe. Un joven que podría haberse dedicado a disfrutar de su éxito con las mujeres, pero que tuvo los huevos de jugársela”, explicó Hirschbiegel, quien vuelve sobre el nazismo diez años después de recrear los últimos días de Hitler en su búnker en Der Untergang (El hundimiento). Christian Friedel interpreta el papel de ese joven de pueblo, músico, amante de una mujer casada, aprendiz de relojero y obrero de una planta metalúrgica donde acaban como esclavos del nazismo algunos de sus buenos amigos, militantes comunistas. Los 13 minutos del título son los que le faltaron para lograr su objetivo: que la bomba de relojería colocada bajo la tribuna donde iba a hablar Hitler, el 8 de noviembre de 1939, en una cervecería de Múnich, estallase justo cuando el Führer pronunciaba su discurso. El destino quiso que el dictador adelantase su retirada y que en su lugar murieran varias personas, mientras que Elser fue detenido y torturado, en busca de una confesión completa sobre quienes estaban detrás del atentado. “Es un personaje algo desconocido en comparación de los iconos de la resistencia contra Hitler”, indicó el director en referencia a la conspiración de oficiales nazis impulsada por Claus Schenk zu Stauffenberg, que años después, en julio de 1944, falló también en el intento de matar a Hitler.

La sección a competición se limitó a Vergine Giurata, dirigido por la debutante Laura Bispuri entre Italia y Albania y alrededor de una tradición ancestral del ámbito rural albano, según la cual ciertas jóvenes renuncian a su feminidad y juran mantenerse vírgenes, tras lo cual pasan a comportarse y vestirse como hombres. Ese es el caso de Hana -o Mark, tras su juramento- que de las montañas albanas desciende a Italia para empezar un proceso de liberación de un juramento que en realidad la condenó a comportarse como un ser asexual. Vergine Giurata llegó al festival entre recomendaciones entusiastas del director de la Berlinale, Dieter Kosslick. Su formato de cine de bajo presupuesto, de una directora debutante y sobre unos personajes femeninos fuertes le da cierta áurea de premiable.