Berlín - La cineasta española Isabel Coixet se enfrenta con “un punto de terror” a la 65 edición de la Berlinale, que abrió ayer con Nadie quiere la noche (Nobody wants the night), una película emocional y técnicamente difícil, protagonizada por dos mujeres de mundos totalmente opuestos.

“Siento una enorme responsabilidad”, aseguraba Coixet unas pocas horas antes del estreno de su cinta, que compite con otros 18 filmes por el Oso de Oro de la Berlinale. Es, no obstante, una ocasión especial, pues Nadie quiere la noche es la primera película de un cineasta español y la segunda de una mujer, después de la alemana Margarethe von Trotta en 1995, en abrir el Festival Internacional de Cine de Berlín. Coixet se enfrenta con “un punto de terror” a la acogida del público, que “siempre es una incógnita”, pero por otro lado, es una película de la que dice sentirse “orgullosa” y de la que piensa “puede conectar con mucha gente”. “Este es un festival por el que siento una gran lealtad, porque si no fuera porque una de mis primeras películas, Cosas que nunca te dije fue seleccionada en Panorama, creo que no existiría como cineasta”, señaló. Es un festival, subrayó, “fundamental” porque “te hace sentir que el cine está vivo” y en el que se llenan las salas.

La cinta Nadie quiere la noche, protagonizada por Juliette Binoche, Rinko Kikuchi y Gabriel Byrne, narra la historia de una mujer de la alta sociedad americana, Josephine Peary, que en 1908 quiere reunirse con su marido, el explorador Robert Peary, y compartir con él el instante de gloria de descubrir el Polo Norte. Peary es una mujer “arrogante, soberbia, antipática, capaz de pasar por encima de todo para conseguir lo que quiere”, explica Coixet. “Esa falta de escrúpulos me parece insoportable y yo creo que la inteligencia de Juliette es conseguir que ese personaje antipático se transforme en otra cosa”, dijo. La cinta cuenta el viaje épico de esta mujer por el más inhóspito de los lugares del mundo, sus aventuras y su encuentro con una mujer inuit, Allaka, que va a cambiar sus rígidas ideas sobre el mundo y la vida para siempre. “Si no tienes a dos actrices magníficas como son Juliette y Rinko es muy difícil que te creas que estas dos mujeres en 1908 consiguieron crear un lazo entre el amor, la amistad, la dependencia, la simbiosis y la supervivencia”, dice Coixet. Y, desde el punto de vista técnico, “cuando estás doce horas a 14 grados bajo cero, hay un momento que tu cerebro empieza a funcionar más lento”, añadió.