Vitoria - “La verdad es que nos sentimos como en casa con la nieve”, ríe Louis Robitaille, aunque lo más seguro es que el director artístico de Les Ballets Jazz desearía encontrarse con otras condiciones meteorológicas dentro de la intensa gira que por Europa está haciendo la compañía con sede en Montreal. Grupo que hoy llega a la capital alavesa para actuar por primera vez en ella a pesar de llevar desde 1972 construyendo su camino.

El encuentro con el público, la primera cita de la programación invierno-primavera de la Red de Teatros en febrero, se producirá a partir de las 20.30 horas, quedando todavía unas 300 entradas a la venta por 24, 18 y 12 euros, al margen de los descuentos habituales.

En cualquier ocasión pero, sobre todo, en lo que supone un estreno ante un público nuevo, la formación tiene claro que debe mostrar su marca de la casa, un sello que habla de una danza contemporánea “colorida”, “emocional” y “polivalente” que prescinde del mayor número de elementos posible “para ir a la esencia del baile”, sin perder de vista “que se pueden tratar temas serios” pero siempre teniendo a mano “el sentido del humor”. “Somos, y por eso trabajamos todos los días, una compañía enérgica, física y divertida”, subraya Robitaille.

Desde el pasado 17 de enero, el grupo se encuentra a este lado del Atlántico afrontando un tour que ya ha pasado por Alemania y que cierra en Gasteiz su paso por el Estado para seguir camino, hasta el 15 de este mes, por diferentes puntos de Francia, Suiza e Italia, ofreciendo seis coreografías diferentes dependiendo el caso. En lo que respecta a su llegada a la capital alavesa, el programa, dividido en dos partes, se abrirá con Zero in on, pieza de siete minutos del barcelonés Cayetano Soto, “una obra que es como una carrera de cien metros lisos, exige desde el primer hasta el último segundo una gran entrega y concentración por parte de los bailarines”. Le seguirá Night box, del chino Wehn Wei Wang, quien a lo largo de unos 40 minutos propone al espectador una reflexión sobre las búsquedas del ser humano en su relación con el otro, todo ello sirviéndose de la música electrónica “aunque utilizada de una forma agradable”, quiere aclarar el director artístico de la compañía canadiense.

Pasado el descanso, será el turno de Harry, una pieza coreografiada de manera específica para el grupo por Barak Marshall, quien vuelca en esta obra de 45 minutos sus facetas como coreógrafo, bailarín, actor, músico y compositor. “Concentra en esta composición todas sus sensibilidades y eso es también un reto para nosotros”, apunta Robitaille.

Todo ello presentado “sin accesorios” para poder concentrarse “en el baile en sí, difuminando lo más posible la barrera que separa el escenario del público”, un objetivo que en el caso de la capital alavesa tendrá un pequeño, aunque habitual, condicionante. La compañía gira con 14 bailarines pero en Gasteiz sólo podrán actuar diez. “Es algo normal en las giras, las lesiones existen y no siempre hay suficiente tiempo para recuperar, aunque eso no quiere decir que el montaje vaya a perder en calidad o interés”, ni mucho menso, sobre todo teniendo en cuenta que “éste es un teatro muy acogedor, no un gran escenario donde perderte y eso ayuda a la atmósfera que queremos crear”.

Tras Vitoria será el momento de seguir gira y de inmediato regresar a casa para preparar un nuevo espectáculo, una labor intensa que requiere “una gran capacidad de organización logística, de ensayos y de preparación”. “Hay mucha gente que no sabe que el día de trabajo de un bailarín también son ocho horas”.