la pasada semana los hombres y mujeres del tiempo han estado dando vueltas al asunto del temporal, los vientos, las nevadas y la ciclogénesis que la parió y que nos ha tenido en vilo. A este asunto meteorológico se le ha sumado la emoción nerviosa, la tensión lloriquea, las emociones desbordadas de la casa de Gran H ermano VIP que han provocado estragos y conmociones en millones de corazones que asistieron impactados a dos encuentros de la tele de Vasile que levantaron en vilo a miles de hogares con los ejercicios mediáticos de la princesa del pueblo, Belén esteban y su hija menor de edad y el inefable Víctor Sandoval y su perro Nou, perruno con pedigree y acta de nacimiento nobiliaria y clasista. Planear ambas secuencias, millonaria de audiencia y pura narración televisual es ejercicio sabio de quienes saben manejar esto de la telerrealidad con oficio y beneficio. Los animosos productores de Gran Hermano han encontrado un filón de oro en el formato de Personajes Muy Importantes en el mundo del corazón, cotilleo y cachondeo nacional, que se han convertido en carne de cañón de un programa que está salvando la dignidad de la cadena, tras el fracaso y fiasco de Alatriste y la decadencia de un imperio de la mano del académico rebotado Arturo Pérez Reverte, que ha tenido que probar la ponzoña del fracaso y el ninguneo de las audiencias, a las que seguro, estimará imbéciles y descerebradas, pero son las que mandan en el negocio de la tele. Espectacular madre azotada por la ausencia de su niña, ausencia, por cierto, voluntaria y bien pagada. Y más espectacular la persecución, abrazo y fusión entre animal y humano con Víctor y su perro en acción. Qué pasión, que mete mano, que achuchones, que temblores en esta momento cumbre para la historia del estado plurinacional. Víctor y Belén, los seguros finalistas de una comedia que de vez en cuando se harta de tremendismo, apasionamiento y feroz realidad.