madrid - Amparo Baró era elegida año tras año por una encuesta como una de las personas más conocidas de España y la mujer más valorada, algo que ella atribuía solo a la suerte porque su “fuerte” no había sido nunca “socializar”, pero daba igual: hiciera cine, teatro o televisión arrasaba con su ácida dulzura.
Baró tenía “todas las experiencias” y las había vivido “como había querido”, presumía. Casi nada le asombraba, aunque agradecía humilde que se agotaran, sistemáticamente, las entradas, como ocurrió en su último montaje teatral, Agosto, en el CDN, o que todos esperaran ansiosos el resultado de La puerta abierta, filme de Marina Seresesky que había comenzado a rodar en diciembre junto a su “íntima” Carmen Machi.
Agosto, de Tracy Letts, dirigida por Gerardo Vera, era su vuelta a la escena tras 12 años alejada y regresó porque desde que conoció el texto supo que “necesitaba hacer” una pieza “tan brillante y conmovedora”. Aunque hubo un intento de recuperar la obra y llevarla de gira, finalmente Agosto, una tremenda historia familiar, en la que Irene Escolar era su nieta, fue su última aparición en el teatro, en el que había debutado en 1957, junto a Adolfo Marsillach.
Pero Baró tenía “muy claro” que si no se veía con fuerzas no iba a volver a una escena porque le espantaba la idea de salir “arrastrándose”. “Morir en un escenario me parece una ordinariez y un horror”, sentenciaba. Hacía lo que hacía cuando quería hacerlo y era muy difícil, sostenía, que lamentara sus decisiones, haciendo honor a su fama de “peleona”, y por eso asumía su “error” de haberle dicho que “no” a Pedro Almodóvar cuando la llamó para su primera película, Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón.
Se había “reconciliado” con el cine con Siete mesas de billar francés (2007) pero, como todo, se lo tomaba con “el tiempo y la perspectiva que requiere el trabajo”, al que dedicaba “lo justo”, se reía. Lo que más le gustaba, decía sin remilgos, era estar en su casa del campo, madrugar, y contemplar, sin solución de continuidad, “el paisaje, las casas, las vacas, la vida pasar...”. - C.B.