evitaré la innecesaria referencia a la dimensión de actriz-estrella de la mujer responsable de este filme, Angelina Jolie. No viene a cuento. Construida a partir del relato de un personaje que evitó echarse a perder en su juventud gracias al atletismo, protagonista de una proeza en los juegos olímpicos de la Alemania nazi y superviviente de un infierno en la segunda guerra mundial, Invencible ofrece una especie de tres en uno. Su primera parte evoca las historias de superación a través del deporte al estilo de Carros de Fuego. La segunda, desarrolla el relato de un interminable deambular en el Pacífico durante días y días en lo que parece una pálida copia de La historia de Pi. La tercera, algo sabe y mucho recuerda a Feliz Navidad Mr. Lawrence. Entre medio, habría más, por ejemplo algunas secuencias bellamente filmadas sobre los bombardeos y la tensión bélica y algunas pinceladas sobre la emigración en EE.UU.
Con el apoyo en el guión de los hermanos Coen, Angelina Jolie demuestra que no tiene problemas en dirigir una producción de altos recursos y viejas ideas. Su mirada está más cercana al Spielberg de sus melodramas epopéyico-sentimentales que al Eastwood de su reivindicación del pueblo japonés en su díptico sobre la segunda guerra mundial. En algunas transiciones, Jolie inserta planos de enorme fuerza y aplicada resolución. La calidad de su factura garantiza un producto solvente, entretenido a ratos e incluso impactante en algún caso. Por ejemplo la zozobra de los bombardeos ante los ataques de los antiaéreos se encuentra entre sus mejores aciertos. En la cuadrícula del debe, lo que no hay, apuntemos su (in)solidez dramática. A este Invencible le sobran bastantes minutos y le falta más complejidad psicológica para penetrar en los entresijos de algunos personajes, como el del cabo japonés empeñado en quebrar y quebrantar la resistencia del héroe americano. Tampoco el filme alcanza a palpar la complejidad moral del conflicto narrado y, aunque eficaz en la forma, Jolie no logra ahondar en un relato demasiado maniatado por la realidad de los hechos que le han inspirado.