son millonarias las cifras de espectadores del Concierto de Año Nuevo desde la Filarmónica de Viena en cita obligada del período navideño, en un alarde técnico y estético que ha convertido a este evento musical en referente para millones de espectadores ante el televisor en el primer día del año nuevo y que produce reventas escandalosas de entradas para contemplar en directo la actuación.

Millones y millones de televidentes que esperan la propuesta de maestros vieneses en una espléndida puesta a punto de piezas a interpretar, ballets de apoyo para la retransmisión y esplendor material de una época de la historia ya ida. El concierto de Año Nuevo desde la sala de conciertos de la Filarmónica es una cita clásica de los programadores de tele que tienen un producto excepcional en las mañanas de Año Nuevo. Cada año despierta expectación quién será el maestro director, seleccionado por los propios miembros de la agrupación y, que forman ya una larga lista de selectos de la dirección orquestal, con nombres como Von Karajan, Mutti, Abbado, que han construido una trayectoria de éxitos.

Perfección de los ejecutantes, alto nivel de la dirección, marco incomparable de la sala, repertorios seleccionados de compositores clásicos hacen de la cita mañanera una delicia para los aficionados con los valses como argumento esencial del concierto.

Gracias a la televisión, el concierto de Año Nuevo traspasa los muros de la Musikverein para hacer de la aldea global un punto de encuentro de la alegría de vivir gracias a las obras de los Strauss, que se remata con la enérgica marcha Radezsky que junto a El Danubio Azul son las piezas más esperadas de la oferta musical anual. La complicidad director, maestros, público en la sala abarrotada al final del concierto crea un momento de magia y empatía que llega a los televidentes.