Los Ángeles - Todos saben lo discreta que es Scarlett Johansson en cuanto a su vida privada. Pero nadie podía sospechar que una pareja tan conocida como la de la actriz y Romain Dauriac pudieran guardar el secreto de su boda íntima durante tres meses.

Y es que los rumores saltaron hace un mes cuando se pudo ver a la Johansson con un anillo que hacía sospechar que podría haber pasado por el altar. Pero según ha afirmado una fuente cercana a la pareja al New York Post, la feliz pareja podría haberse casado hace tres meses, muy poco después de que naciera su hija.

Una ceremonia muy íntima - a la que fueron invitados solo los más cercanos de la pareja- , habría sido la única celebración de Scarlett y Romain. Ante la noticia aparecida ahora de su enlace, ellos ni confirman ni la desmienten, aunque es muy significativo que Johansson exhiba con orgullo un soberbio brillante en el dedo anular, allí donde se lucen las alianzas de casada.

Por ahora, el rumor no ha sido confirmado por la pareja pero se cree que ambos al final decidieron darse el ‘sí quiero’ en Estados Unidos descartando definitivamente París.

Scarlett ya estuvo casada con Ryan Reynols, del que se separó en 2010, y al parecer no quería adelantarse a volver a dar este paso sin meditarlo. Tras distintos romance con famosos de la talla de Sean Penn, parece que Scarlett ha encontrado la estabilidad al lado del apuesto Dauriac.

Su pareja El periodista francés apareció en la vida de la actriz en 2012 y se comprometieron al año siguiente. Se conocieron por amigos comunes. Romain es el autor de un tatuaje que luce la actriz. Un adorno que cosechó de todo, menos parabienes, pero que sin embargo es lo más trendy que se puede tatuar ahora mismo. Es una herradura con el lema Lucky You (buena suerte).

Romain Dauriac fue un punto de referencia en el mundo alternativo internacional. Fue redactor jefe de la revista Clark, que cubría información sobre grafiteros artistas urbanos, o músicos como puedan ser Henry Rollins, padrino del punk y hardcore. Le tachan de gran descubridor de lo mejor de las nuevas generaciones de la subcultura francesa. Cuando le preguntan qué le hace sonreír, contesta: Nicolas Sarkozy. Lo primero que hizo en su vida, “enamorarme, nada fue realmente importante antes”. El sueño de su vida: “Construir un edificio, salvar el mundo y quizá cenar con Fidel Castro en La Habana”. Y ahora vivir con Scarlett.