Casi 200 años después de su destierro y muerte en Santa Elena, nadie podía imaginar que el general iba a volver para ‘marcar la hora’. La firma de relojes suizos DeWitt pone en marcha una serie limitada de cronógrafos que contendrán el ADN de Napoleón.
Todo comenzó cuando la responsable de la casa, Viviane De Witt, por cercanía familiar a esta figura histórica, su marido es descendiente directo de Jérome Napoleón (1784-1860), hermano pequeño del emperador, participó en una subasta en noviembre en París y adquirió dos lotes de la colección de 1.000 piezas propiedad de la familia real de Mónaco, en los que se encontraba el pelo. Con el objetivo de preservar el halo de admiración que suscita el militar, ya en su tiempo cuando iba al peluquero en vida, guardaban su pelo como signo de fanatismo, celo y culto a su persona, la marca ha querido sacar provecho, vendiendo pequeños trocitos de medio milímetro de vello corporal, sólo visibles bajo el microscopio. Los microfragmentos se fijarán al cristal del reloj por encima de la efigie del emperador, logo de la propia marca.
De los 1.500 relojes de producción que elabora la firma durante un año, entre 400 y 500 unidades serán dedicadas a este ambicioso proyecto, que tendrá un desembolso mínimo en los bolsillos de los nostálgicos conquistadores de 8.000 euros. Un buen negocio para la relojería suiza que invirtió 28.000 euros en las subasta y según estimaciones recaudaría 4 millones con esta edición.
Y es que no es la primera vez que el pelo de Napoleón llega a ser titular de las noticias. En numerosas ocasiones los expertos han afirmado que éste tendría altos niveles de arsénico, lo que señalaría que Bonaparte fue envenenado lentamente durante su destierro en la isla de Santa Elena, después de haber sido derrotado en la batalla de Waterloo.
Grandes pretensiones de ventas con micromilímetros de historia velluda para coleccionistas.