Esta semana, su camino le ha llevado a Dulantzi y Agurain, aunque ya ha pasado por Llodio, Maeztu, Amurrio... y lo que le queda por delante hasta final de año. En el marco de la campaña Araba Bertsozale para dar a conocer el arte de la improvisación oral en euskera por Álava, su reto es ofrecer, por distintos puntos del territorio, respuestas a la pregunta que titula esta parte del proyecto: Bertsolaritza, zer da hori?. La agenda de Ruben Sanchez tiene pocos huecos libres ya que son 22 los encuentros que se están produciendo a lo largo de noviembre y diciembre.
“Muchas veces, sabemos más cosas de las que creemos. Así que el supuesto inicial de las conferencias o como se quieran denominar es sencillo: imaginemos que estamos en las fiestas de nuestra localidad y ha venido alguien de otro país que nos pregunta qué están haciendo esas personas que están en la plaza, sobre un escenario, cantando. Y entre todos y todas sacamos las claves, es decir, son personas que están rimando, improvisando sobre temas que unas veces son de actualidad y otras no”. A partir de ahí, Sanchez recorre las características de las melodías, la métrica, cómo se rima en euskera en relación a cómo se hace en otras lenguas... ante un público que al que también se invita a lanzarse con el bertso. “En realidad es muy fácil, lo complicado es hacerlo bien, como en todo. Pero bueno, es cuestión de quitar ideas preconcebidas y se les explica que se empieza por el final, que a partir de ahí se buscan rimas y se seleccionan las que mejor nos vengan”. Dicho y hecho.
De la mano de la Asociación de Bertsolaris de Álava, y con el apoyo del Gobierno Vasco y la Diputación, la intención de esta iniciativa, que tiene sus precedentes, es llegar al mayor número de gente posible puesto que “cuando preguntas cuántos de verdad han estado alguna vez en un bertso-saio, te encuentras con que son pocos, aunque la mayoría sabe lo que es, por lo menos en lo más básico”.
Jóvenes y personas jubiladas son los que más están acudiendo hasta el momento a las citas con Sanchez, a quienes explica que “el hecho de aprender euskera no tiene que conllevar que ya tengas que ser bertsozale y tal y cual. Parece que aprendes euskera y te tienen que gustar los bertsos, la pelota, las danzas y demás. Y eso no es así. Es una parte más de la cultura. Lo que busco es que si salen de la charla con curiosidad de ir a un bertso-saio, o de coger un libro en euskera, o de ir a ver una película en euskera, estupendo”.
De la experiencia ya vivida, tres son los momentos que el bertsolari destaca: cuando los asistentes se dan cuenta de que son capaces, con todos los condicionantes, de sacar un bertso; cuando se ponen ejemplos de fenómenos parecidos de otros lugares (utiliza, por ejemplo, una décima de la repentista cubaba Tomasita); y cuando proyecta el trailer del documental Bertsolari, “ven el BEC abarrotado y se quedan sorprendidos”.