Madrid - “La obsesión que se tiene desde jóvenes con ganarse la vida es la manera más terrible de perderla”, manifestó ayer Emilio Lledó en un encuentro con los medios minutos antes de que se diera a conocer que había sido galardonado con el Premio Nacional de las Letras Españolas 2014. El filósofo y académico advirtió sobre la obsesión con el trabajo durante un encuentro con los medios, con motivo del XVIII Premio Antonio de Sancha, concedido por la Asociación de Editores de Madrid, que recogerá el 9 de diciembre en la Casa del Lector de Matadero, en Madrid.

Lledó obtuvo ayer el Premio Nacional de las Letras 2014, el más importante de los que se dan en España tras el Cervantes, por haber sabido aunar en su obra la investigación filosófica y la literatura. El jurado del premio, dotado con 40.000 euros y que concede el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, ha considerado en Lledó su “dilatada obra, que armoniza la filosofía del Logos, la hermenéutica, el valor estético y ético de la palabra, la defensa de la libertad y reivindica la vocación docente”. También ha destacado el jurado, presidido por la directora general de Política e Industrias Culturales y del Libro, Teresa Lizaranzu, su aportación de “una vía filosófica propia en la que el saber antiguo ayuda al saber presente”.

“Es -añade el fallo- un gran ensayista y divulgador de alto nivel” que ha tratado temas tan diversos como la defensa de la lectura, la felicidad, el silencio, la belleza y la verdad.

Lledó fue catedrático de instituto y de universidad, por lo que, aunque aquella etapa ya queda muy lejana -el pasado 5 de noviembre cumplió 87 años- tiene “cierta experiencia” para ver que actualmente la sociedad se está “ofuscando” por un “afán de pragmatismo” que lleva, por ejemplo, a que muchas universidades, tanto privadas como alguna pública, aseguren que los alumnos trabajarán en cuanto terminen los estudios. Esto, a su juicio, es una “monstruosidad”, puesto que esa “obsesión desde jóvenes con ganarse la vida es la manera más terrible de perderla”, tal y como señaló, en referencia a las palabras del filósofo Walter Benjamin. En este sentido, indicó que en la vida hay tres niveles: el económico, el de cuerpo y por encima la mente. “Trastocar eso y poner por encima lo práctico es una deformación”, afirmó.

Ayer Lledó, minutos antes de saber que iba a recibir el Nacional de las Letras, afirmó de forma premonitoria: “Se ve que por la edad me está cayendo algún premio que otro”. Y no se equivocaba, solo que no es solo por la edad, sino por todo una vida lúcida y fructífera, que ha recorrido todo el siglo XX y todos sus acontecimientos más crueles: la Guerra Civil, el hambre de la posguerra, el franquismo, el exilio o el Berlín del muro.

cultura y decencia Emilio Lledó salió de España en 1953 para estudiar en Heidelberg (Alemania), donde fue alumno de Hans-Georg Gadamer; después estuvo en Berlín hasta que en 1963 volvió con su mujer a una España gris, pero “con mucha ilusión”, reconocía en una entrevista con Efe. Y volvió para dar clase y dedicarse a la educación, que es uno de los temas que más ha preocupado al filósofo. Y así, tras conocer que había sido premiado con el Premio Nacional de las Letras, ha vuelto en una entrevista con Efe a reivindicar las humanidades.

“Es un error garrafal, una desgracia” que las humanidades hayan ido perdiendo importancia en los planes españoles de enseñanza y espera que desde el Gobierno “se reconsidere esta cuestión”. “La literatura, la filosofía, el arte y la historia enriquecen la mente”, decía este gran humanista.

El filósofo recordaba ayer cómo salió de España, “un país triste”, para irse a Alemania en 1953. “Soy el mismo que con un maletín de cartón se fue a Alemania. Eso me da la felicidad. Me miro en el espejo y no me avergüenzo”, recalcó. Y, en relación el con el tiempo que vivimos, subrayó que “lo que es grave es el sinvergüenza que tiene poder” y recordó que uno de los temas “obsesivos” en la filosofía griega es “la decencia”. - Europa Press/Efe