Ya están una vez más los vecinos de nuestra ciudad quejándose por una bienintencionada actuación de nuestro Ayuntamiento! De verdad, tiene que ser muy difícil trabajar en el Consistorio: siempre hay ciudadanos poniéndote palos en las ruedas. Uno desde la institución se rebaña los sesos para que la ciudad prospere y, ¿cómo te lo agradecen los ciudadanos?: protestando. Incluso se atreven a decir que les consultes antes de decidir sobre algo que les afecta en su vida. ¡Pero si la ciudadanía te ha elegido para gobernar! ¿Por qué no te dejan entonces currar tranquilo?
Ahora a los vecinos de la plaza de Santa María -plaza “ahogada” durante más de una década por los andamios de la restauración de la Catedral- no les mola nada el proyecto de la nueva plaza. Un proyecto que es de lujo: nos costará más de 800.000 euros. Arguyen que van a plantarles delante de su casa un “desierto” de granito, donde el único mobiliario es un banco corrido que va a ejercer de obstáculo para pasear. Señalan que la nueva fuente, similar a las de la Virgen Blanca, impedirá los movimientos de los vecinos por la plaza. Y que no servirá para paliar la sed, como la fuente actual, sino que tendrá un sentido ornamental: lucecitas guays, chorritos de agua... ¡Se atreven a afirmar que una fuente tiene que servir para beber agua! Absurdo. ¿Agua gratis para el ciudadano? En fin, estos vecinos se quejan por tonterías: que si la plaza ya no servirá para el reposo, la convivencia? Que va a ser un lugar muy chulo para que los turistas la fotografíen, eso sí, pero para nada un espacio práctico para el barrio. No saben que nuestro ayuntamiento tiene miras más amplias: si proyectas una plaza confortable, en la que te puedas sentar a la sombra de un árbol y al lado de una fuente de la que brota agua fresquita -y gratuita-, los turistas, los transeúntes, los jubilados se van apalancar ahí. No van a ir a una cafetería a consumir, no. En resumen: pérdidas para la hostelería local. El que quiera agua, o sentarse bonitamente, que apoquine euros. Y así la ciudad se hace más rica. Por otra parte, ¿qué es eso de bajar a la calle a charlar con los vecinos? Mucho peligro: uno empieza a confraternizar con sus semejantes y al final acaba confabulando con ellos para criticar a la autoridad.
Estos vecinos no saben que nuestro ayuntamiento es puntero en esto del urbanismo: es fan de la “arquitectura disuasoria”. Una arquitectura que busca evitar ciertas conductas sociables creando barreras físicas. En definitiva: se trata de hacer el espacio público más incómodo para las reuniones, el descanso... Por ejemplo: bancos de granito para que tu trasero se quede tan duro como dicho material, jardineras bordeadas de verjitas que te clavas donde la espalda pierde su nombre cuando te paras a hablar por teléfono... En fin, que nuestro Ayuntamiento sabe lo que se hace perfectamente. Dejémosle trabajar. Y los vecinos de Santa María? ¡que se bajen sus sillas y sus botellas de agua a la plaza!