Vitoria - La exposición Trama e hilos sueltos: diálogo entre dos colecciones de arte vasco ha ocupado de manera completa los últimos meses en el Museo de Bellas Artes de Álava, un espacio que ha permanecido cerrado al público la última parte de octubre para proceder a despedir las obras del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía que han dialogado con sus fondos y recuperar su habitual presencia, más allá de que se ha aprovechado para incluir en su muestra permanente nuevas piezas. En este regreso a la normalidad, de volver a encontrarse con los visitantes (hoy, por ejemplo, abrirá también por la tarde), ofrece otra entrega del ciclo La obra restaurada, protagonizada por un singular cuadro dedicado a San Prudencio.
Se trata de una creación del artista alavés Pedro López de Robles datada en 1900, de un óleo que, más allá de su calidad o características, se convierte en particular al no estar pintado sobre lienzo, sino sobre papel fotográfico revelado, algo que se ha descubierto en el proceso de restauración llevado a cabo por el servicio foral.
“Es algo excepcional, tanto que aunque seguramente habrá más casos, no se conocen otras pinturas, por lo menos en el País Vasco, que, siendo de esa época, se hayan creado a través del mismo método”, explica el profesor de la UPV Fernando Batolomé, encargado del estudio que tanto sobre la pintura San Prudencio como sobre su autor se ha llevado a cabo aprovechando la ocasión.
Más allá de que hay algunos detalles que permanecen en el secreto de la Historia, como quién encargó la pintura al artista aunque se supone que fue la Diputación alavesa, las certezas que se han podido comprobar es que López de Robles, que también era fotógrafo profesional (de hecho, tenía su estudio en la actual calle Dato), tomó una imagen de una escultura del siglo XIX que se encontraba en la capilla de la Casa Palacio, una instantánea sobre la que realizó la pieza ahora recuperada. “Eso no significa que pierda originalidad”, apunta el experto universitario.
El cuadro, custodiado por el Bellas Artes, presentaba una grieta que llevó al museo a solicitar su arreglo por parte del Servicio Foral de Restauración, que al ponerse manos a la obra se dio cuenta del particular soporte del óleo por lo que pidió un análisis del mismo a un laboratorio madrileño que confirmó la presencia no ya del papel fotográfico sino que, además, éste estaba revelado.
El espacio muestra ahora el resultado de esta, por así decirlo, puesta a punto así como una explicación del proceso llevado a cabo y la singularidad de la obra, una información que se completa con la edición del catálogo correspondiente. Eso sí, ni el Bellas Artes y Bartolomé quieren quedarse sólo en ese plano, sino que quieren aprovechar este momento para reivindicar tanto la figura de López de Robles como de otros pintores alaveses y vascos del siglo XIX. “Muchos de ellos, como es el caso, se dedicaron a la docencia artística y son, en gran parte, los responsables de lo que hicieron después los artistas de principios del XX, que tienen más renombre. Aún así, parecen invisibles”.