Gasteiz - Quizá sus canciones parezcan embargadas por la duda pero Fito se muestra muy seguro con su nuevo álbum bajo el brazo. Sabe que se ha dejado la piel y quiere tanto a sus canciones que no podría hacerlas de otra forma. Días antes de que el disco viera la luz atendió, tan amable como siempre, a DNA.
¿Hay que huir de uno mismo para poder encontrarse?
-No me hagáis mucho caso a todo lo que digo porque a veces se me va la pinza (risas)... Pero ahora tengo esa teoría porque creo que no hay más remedio. Lo fácil es dejar tirado lo que no te gusta de ti mismo y empezar de nuevo; lo difícil es afrontar y entender todo con el lastre de llevarte a ti mismo. Por eso nos cuestan tanto los cambios y nos asustan tantas cosas.
¿El rock and roll es la herramienta perfecta para ejercer de Peter Pan y negarnos a crecer?
-¡Joder!, desde luego... No sé si habrá otra, igual sí, pero yo puedo asegurar que sí, y la prueba la tienes en Ariel Rot y Miguel Ríos, que cada día están más jóvenes.
De todo lo que le sobra Fito, ¿qué se puede contar?
-Claro que me sobran cosas, por eso hago una canción diciendo que me gustaría cortar todo lo que sobra de mí... Me imagino que aquello que nos sucede a todos... A veces, cuando buscas el valor te sale el cobarde, y cuando buscas la astucia te sale el gilipollas. Eso es lo que habría que corta, es la misma idea de la canción Huyendo de mí conmigo. Cortaría lo que no me aporta, lo que no me suma, lo que me ancla... El problema es que la teoría la sabemos todos pero ¡cómo cuesta la práctica!
¿Cómo se aprende a respirar de nuevo?
-En parte es como una frase hecha... Respirar es un acto que tienes automatizado y no le das valor, nadie piensa cómo voy a respirar pero, en el fondo, se puede respirar de otra forma... Y no lo digo como una tontería, al margen de los ejercicios de relajación (risas)... El caso es que automatizamos muchas cosas y no les damos el valor que tienen.
En discos anteriores explicabas que, si tenías la oportunidad de grabar con un músicos de estudio cojonudos, de los que podías aprender mucho, por qué no ibas a hacerlo. Sin embargo, en esta ocasión has optado con grabar con tu última banda de directo, ¿por qué?
-Porque realmente no había grabado con ellos todavía y después de haber hecho la gira de teatros y el disco en directo en el Arriaga, me pareció que debía tener un disco de estudio con ellos; no quería dejar pasar la oportunidad. Además, resultaba muy fácil, con tantas horas de vuelo juntos, preparar las canciones e incluso la grabación, para la que nos fuimos a un estudio súper chulo que han abierto en Colmenar dos frikis de puta madre (risas)... Porque a estas alturas de la industria se ha montado un estudio analógico, con unas salas increíbles para grabar toda la banda en directo. Después de tantos escenario compartidos me faltaba tener un disco en directo con mi banda.
-Cuando se hace referencia a los Fitipaldis la mayoría piensa en Carlos Raya, la mano derecha de Fito para dar forma a sus discos, pero, realmente, el único fitipaldis que sigue contigo casi desde el principio es Javi Alzola (saxo).
-A veces me pongo a pensar y me pregunto qué haría si Javi me dijese que no viene conmigo... Debería disolver la banda. Es una parte muy importante, no solo por la amistad, sino que una parte fundamental de los Fitipaldis es que hay saxo, es una de las partes que los hace reconocibles. Le debo muchísimo a Javi Alzola.
‘Nos ocupamos del mar’ es la versión de rigor en el nuevo disco, una reivindicación en toda regla de Javier Krahe, personaje imprescindible de la historia del música de este país, letrista impenitente, y de aquel grupo llamado La Mandrágora.
-El disco de La Mandrágora creo que será el disco que más he comprado, porque luego lo regalo siempre. Esta canción me tiene hipnotizado desde hace 20 o 30 años, ya no recuerdo... Y ha sido algo increíble porque yo la recuerdo de ese disco, en el que la cantaba Alberto Pérez y nunca había indagado de quién era la canción. Cuadno me puse a pensar en la versión para este disco es cuando me di cuenta de que era de Krahe y la música de su hermano (Jorge). Y ha sido una de las cosas más chulas del disco porque me sentí con la necesidad de llamarle a Javier para decirle que iba a hacer una versión suya, en el fondo era como una excusa para decirle que era una canción muy importante en mi vida y por eso la había versionado... Y lo primero que me dijo fue: “Bueno, me parece un buen motivo para hacer una versión” (risas). Me contó además, que todavía se sigue sorprendiendo de que escribiera esa letra con 26 años, porque además es casi anti-Krahe, ya que no tiene es humor de aristas e ironía tan suyo. En la versión me invento partes que no existen porque la traigo a mi terreno, el rock, e intento cantarla, respetando la letra, por supuesto, de una manera especial... Es decir, cada vez que canto la banda es como si se apagara y solo me acompaña una atmósfera de guitarras porque lo que quiero que se mantenga es la esencia de la canción.
A raíz de la edición del disco en directo en el Arriaga, y apuntando hacia las que iban ser tus nuevas canciones, las que ahora presentas, apuntabas no querías funcionar a mala hostia porque la que está cayendo no tiene ninguna gracia, y no querías trasladar eso a los tema... Supongo que a pesar de la intención ha sido del todo inevitable y te salió una tema como ‘Nada de nada’.
-Exactamente. No quería hacerlo porque siempre me arrepiento de este tipo de canciones en el sentido de que las veo envejecer mal... Pero sentía que debía contar algo, ya que no sé si es por la edad pero las cosas me duelen más ahora que cuando tenía 20 años. Tenía claro que quería decir algo, pero lo pensé mucho hasta que se me ocurrió lo de “mientras todos dicen nadie es culpable de nada, dime si sonrío con la gravedad adecuada”. Una frase que no es nada punk, en la que no me dejo llevar por la mala hostia, y que me sirvió para no escribir algo más hardcore o no cagarme en Dios, y que no me caducara pronto la letra.
Ahora que Fito se puede permitir el lujo de marcar los tiempos en su trabajo, ¿todavía siente que pierde el tiempo en vivir deprisa?
-Todavía lo siento, sí... Últimamente escribo con el retrovisor, que es una de las ventajas de cumplir años, no todo tiene que ser malo en esto de acercarse a los 50 (risas). Cuando tenía 20 años no podía mirar para atrás porque solo había una niña que no me quería y un par de bicicletas. Ahora, en cambio, puedo mirar para adelante y para atrás... Y cuando digo lo de vivir deprisa ya no me refiero a las drogas, al sexo, al rock and roll y todo eso sino que a lo mejor debiera dedicar más tiempo a mis hijos, por ejemplo. Pero esto mismo le puede suceder a un arrantzale o cualquiera que tenga profesiones que le hacen estar lejos de casa. Sí es verdad que tengo una suerte tremenda, que no se me olvida, de estar haciendo música con una banda, que es un sueño... Pero, por otro lado, a veces pienso que ya está bien, que si me he pasado la mitad de mi vida haciendo música y tocando, por qué no le dedico la otra mitad a mi familia en pleno...
-Precisamente, mirando hacia atrás, después del naufragio parece que es el momento perfecto para que broten canciones...
-Después del naufragio político confío en que toquen tiempos mejores... aunque la verdad es que cada semana sucede algo y para cuando saques esta entrevista seguro que ha pasado algo nuevo... Pero te desencantas viendo como sindicalistas utilizan tarjetas negras, eso te llega al alma. Creo que, como decía Miguel Ríos, ha llegado el momento del cambio pero de verdad, que se vayan todos de mi puta vida... Y que vengan otros que me da igual si se llama Pablo o Pedro, pero que cambien porque, en el fondo, confío en las personas, no creo que todo el mundo quiera pillar. De hecho, en los entornos normales no veo eso, aunque me quieran vender que el que puede robar, roba; no, yo eso solo lo veo en el telediario, no en mi pueblo.
Aunque sea instrumental y no se cuente su historia, no cabía sino rendir homenaje al Umore One, un bar en el que se ha críado buena parte del rock bilbaíno, lo que aquí vendría a ser el Black Rose. Pequeños escenarios que se las están viendo y deseando para sobrevivir, haciendo frente a leyes que ya no solo apoyan sino que zancadillean...
-Cada ciudad tiene su Umore Ona. Son bares que han hecho una función no solo de discografía, ya que allí hemos descubierto muchos discos, sino que nos reunían a un montón de gente que teníamos algo en común, era el punto de encuentro en el que nos informábamos unas bandas a las otras, grupos que no éramos nadie y así sacábamos algo en claro. Eran bares muy de autor, al que no se iba por lo bonito que era o por lo céntrico, sino que ibas a visitar al tío que estaba poniendo discos y, en cuanto podías, ejercías de pinchadiscos.
-De aquel ‘No soy Bo Diddley’, que aparecía en ‘Por la boca vive el pez’, ahora llegamos a un boogie-woogie bluesero que ha hecho guitarrero y muy de armónica dejando al lado el piano que habitualmente sostiene este estilo. Los estilos más añejos siguen prendiendo en Fito.
-Sí, tenía muchas ganas de hacer una canción que se sostuviera con armónica. Y en este sentido la hemos hipotecado porque llamamos a Manolo del Campo, que es un puto genio y un salao, para grabarla, de tal forma que si no está él no la podremos tocar; pero muy bien hipotecada. Soy muy fan de bandas de blues con armónica, pero no habían pensado en integrar a una persona solo para que tocara a armónica, pero sí me cuadraba para una sola canción.
-Frente a las críticas de aquellos que dicen que Fito se repite, Fito qué dice...
-Pues que yo ya le doy la razón a cualquiera (risas). En serio, es verdad. No me parece mal que me lo digan, y no es que me importe porque yo tengo ya como un filtro... La gente ya sabe que si hago un disco cada cinco años es que me importa mucho ese disco. Por lo tanto no me importa tanto si la gente piensa que es repetitivo, blanco, negro, corto o largo porque la gente es libre de opinar. Además, no sé la opinión que tiene la gente desde fuera porque yo llevo metido en estas canciones mucho tiempo y mi visión no se la más adecuada. Lo que sé es que me he dejado la piel, que solo grabo cuando estoy seguro de que tengo que grabar. Pero claro que acepto que la gente piense que es repetitivo, que es bonito, feo, que no tiene bajo, que tiene demasiado, que por qué no hay piano o por qué hables de esto y no de lo otro (risas). Yo, lo único que necesito es hacer canciones, y luego las ofrezco, a partir de ahí cada uno piensa y tiene su parte de verdad.