Valladolid - Una historia de supervivencia, un viaje hacia el interior de cada cual para combatir anímicamente los efectos de la crisis han filmado Adán Aliaga y David Valero en El arca de Noé, única baza española dentro de la Seminci, donde fue estrenada con división de opiniones ayer, día en que el festival de Valladolid premió con una Espiga de Honor al actor Imanol Arias. Ambientada en el año 2020, El arca de Noé es un ensayo cinematográfico, una fábula cargada de metáforas que los realizadores alicantinos definieron ayer por la mañana durante una comparecencia ante los medios informativos como el fruto del instinto, de una apetencia personal y de las ganas de “hacer algo muy libre con los amigos de siempre”.
“Surgió en un momento de crisis personal. Queríamos hacer algo muy libre, guiados por el instinto y la intuición, juntar sinergias. Nunca pensamos en una película para la industria y mucho menos para un festival. Era la necesidad de contar algo en nuestro pueblo y con nuestra gente”, añadió Aliaga, ganador en la Seminci de 2009 del Premio Pilar Miró al Mejor Nuevo Director con Estigmas.
San Vicente del Raspeig (Alicante), con puntuales incursiones en las salinas de Torrevieja y en Agost, ha sido el escenario de este metafórico arca de Noé cuyos protagonistas emprenden en 2020 un viaje interior como estímulo previo y necesario para afrontar, al menos desde el punto de vista anímico, las consecuencias de una crisis económica que les tiene asfixiados. El resultado, en palabras de Aliaga, es una invitación al espectador para que emprenda un itinerario similar porque, como se aprecia en este filme cargado de simbolismos y con una fotografía plena de estética -cercana al arte contemporáneo-, “no podremos salir de ésta, por muchas máquinas o artefactos que inventemos, si no cambia uno mismo”. “Hay que conectar con la alegría interior de cada uno e irradiarla. Debemos empezar el cambio por nosotros mismos, realizar un viaje a la esencia de cada uno para proyectarla”, apostilló Fran Gomis, uno de los tres actores que soportan este relato metafórico junto a Miguel Martínez Chillón y Alicia Santonja.
‘gui lai’ Un viejo conocido de la Seminci, el chino Zhang Yimou, emocionó ayer con Gui Lai, un drama familiar e intimista, ambientado en la Revolución Cultural de su país y que fue acogido calurosamente durante su estreno en el festival. Habitual en la Seminci desde 1990, Yimou ha recurrido a Gong Li, su actriz predilecta desde su irrupción como director con Sorgo rojo (1987), para engranar un drama familiar con el telón de fondo de la Revolución Cultural, con la que el cineasta chino cumplió como pastor y peón en una fábrica textil. Gong Li interpreta a Feng Wanyu, una represaliada del régimen de Mao que no reconoce a su esposo, Lu Yanshi, encarnado por Cheng Daoming, cuando este regresa a casa después de veinte años de deportación en campos de trabajo. La película es una lucha denodada del padre y la hija por recomponer la memoria de la madre, afectada por una amnesia psicológica a causa del dolor padecido, y restaurar de una vez la armonía familiar. Emociones y sentimientos contrarios fluctúan a lo largo de un metraje con frecuentes momentos de un lirismo acentuado por las notas de un piano que, en la banda sonora, acomete el célebre músico Lang Lang.