el pasado jueves, dentro del Festival Internacional de Teatro de nuestra ciudad, el actor Iker Ortiz de Zarate puso en escena una pieza teatral (De profundis) en forma de monólogo con texto original de Oscar Wilde, en una recreación de una pieza no escrita para ser representada.
Ortiz de zarate acometió la titánica tarea de enfrentar dos horas de construcción escénica, llenas de matices, momentos, sentimientos en un escenario mudo, con la sola presencia de una rústica silla castellana, que le servía de apoyo, aliviadero y elemento central de una intensa velada en la voz a veces, velada y fugada de este actor alavés que tras veinticinco años de profesional en el arte de Talía, se asomaba por vez primera al escenario del Teatro Principal de su ciudad.
Dos horas de exprimir todos los recursos para llevar la historia desgraciada de los amores del célebre escritor irlandés, obsesionado por el amor a la vida, la estética de la belleza creativa y la pasión del deseo idolatrado.
Una puesta en escena sin artificios, con el apoyo de elementos básicos y entregando todo lo que el actor tiene dentro, en un esfuerzo mental de sentir en las palabras de Wilde, los dolores y angustias de una relación atormentada.
El público puesto en pie, aplaudió a rabiar la entrega, profesionalidad y sentido artístico de Ortiz de Zarate, que ha dado un salto cualitativo en su carrera, más allá de las propuestas escénicas de Ortzai en su bombonera del Casco Antiguo. Enhorabuena, porque la espera ha merecido la pena. Ni la dirección de Festival se ha equivocado dándole esta oportunidad, ni el actor ha fallado con sus propuesta entregada y creativa.
Todos contentos.