Madrid - “Cada palabra que se pierde hace a las personas más indefensas ante la realidad”, manifestó el escritor y académico José María Merino, quien publica una nueva recopilación de cuentos bajo el título La trama oculta. El libro, editado por Páginas de espuma, llega a las librerías mañana, solo un día antes que la 23º edición del Diccionario de la lengua española (DRAE).
Consciente de que el cuento tiene menos adeptos que la novela, Merino sigue reivindicando un género que, según indicó, “requiere una mayor colaboración” para descubrir no solo lo “evidente”, sino lo que se esconde por debajo.
La intención del escritor ha sido precisamente construir un “arca de Noé” en la que están representados “cuentos realistas y fantásticos”, y en la que caben homenajes a los “cuentos de vampiros, de Navidad o detectivescos”, todos ellos con una “trama oculta” para cuyo descubrimiento el escritor apeló a la complicidad del lector.
Tal y como destacó el autor de estos cuentos, “la realidad está llena de tramas ocultas” y en ella “la literatura ha servido para descubrir las tramas ocultas del corazón, para decir cómo son los seres humanos”. Sin embargo, hay otras que permanecen ocultas porque no existen “instrumentos suficientes para desvelar cuáles son las que afectan a las personas”.
Entre los múltiples ejemplos que Merino citó, destacó el caso de las preferentes y las denominadas “tarjetas opacas”. “Tengo preferentes en Bankia y ahora me entero de que el dinero de los ahorradores ha sido gastado por unos señores en vino y juergas, y eso no se conocía. Somos unos juguetes en manos de otras personas”, afirmó indignado.
Preguntado por el modo en que las nuevas tecnologías pueden ayudar a acercarse a la verdad, el escritor y académico se mostró convencido de que no ayudan a clarificar estas “tramas de la realidad”, añadiendo que “lo que debería haber dado capacidad de defensa produce fulgores que se apagan al día siguiente”.
Además de este consumo de la comunicación, Merino consideró que se esas nuevas tecnologías se están utilizando “de un modo un poco estúpido” y advirtió de las consecuencias que puede tener sustituir el discurso escrito por los nuevos modos de comunicación rápidos y fugaces: “Si perdemos el discurso largo y solo nos convertimos en emisores de tuits estamos perdidos, porque perdemos la capacidad de análisis de las cosas”.
Aunque aseguró que no cree que la síntesis del discurso signifique el empobrecimiento, al contrario, declaró que “puede llevar a él” y alertó de que “cada palabra que se pierde convierte a las personas en más indefensas ante la realidad”. “Perder riqueza verbal es quedar inerme. Para los poderes feudales es mejor que las personas tengan poca capacidad de análisis y de respuesta, son los siervos ideales”, afirmo. En cambio, comentó, en lugares como Cetroamérica, donde el escritor trabajó para la UNESCO durante un tiempo, incluso la gente humilde tiene un “discurso verbal rico”, lejos de la “simplificación tremenda” y de la “imposición de palabras feas” que observa en España - E.P.