a bordo del vaporetto que les conduce a la zona del Arsenale se manejan como unos turistas cualesquiera. Durante todo el trayecto, unos y otros, incluso quienes ya han visitado el lugar en ocasiones anteriores, empuñan el teléfono móvil y disparan fotos a discreción, los ojos abiertos como platos y la sonrisa perpetua. Solo cuando desembarcan y dejan a la vista los instrumentos que acarrean -chelos, clarinetes, violines- revelan su condición de músicos. Entonces se confirma que incluso el intérprete con más galones en su frac o el solista con más giras internacionales a sus espaldas es incapaz de sustraerse al decadente pero irresistible encanto de Venecia.
La ciudad que vio nacer a Casanova y a Tiziano ha albergado estos días dos conciertos de la Orquesta Sinfónica de Euskadi (OSE), merecedora de un rotundo éxito en la Biennale di Venezia. Es la segunda formación del Estado que participa en las 58 ediciones del festival de música contemporánea de esta cita multidisciplinar que abarca también áreas como la arquitectura, el arte o el cine. En la primera función, la del jueves, sonaron obras de tres de los más grandes autores vascos en activo: Ramon Lazkano (Ortzi isilak) y Gabriel Erkoreka (Océano), pertenecientes a la generación joven, y el decano de nuestros compositores, Luis de Pablo (Frondoso misterio).
AUTORES Y MÚSICOS Protagonistas de una foto histórica, los tres se muestran expectantes ante el estreno en Italia de sus obras bajo la dirección del maestro José Ramón Encinar. Faltan aún tres horas para el inicio del concierto en el emblemático Teatro alle Tese, pero los nervios se palpan en el ambiente. “Dicen que Ravel salía a fumar un cigarro durante el estreno de sus obras”, recuerda Lazkano. Ellos no llegan a tanto y, pese a asistir a la cita con el estómago encogido, siguen el ensayo general desde el patio de butacas. Sin duda, es una gran ventaja para el director poder consultar sus dudas a los autores allí presentes, algo materialmente imposible cuando se pone la batuta al servicio de clásicos como Bach, Beethoven o Mahler.
Para los músicos encargados de hacer sonar las partituras el programa es un reto añadido, máxime porque el porcentaje de obras contemporáneas que suelen interpretar es “infinitamente menor” en comparación con los títulos del repertorio clásico. Tanto es así que algunos han preferido quedarse en el hotel hasta última hora para descansar. “Estas obras requieren mucho más esfuerzo y concentración. Una sinfonía te lleva, la melodía casi te arrastra, pero aquí, en cambio, es todo compás, compás y compás”, asegura uno de los músicos de la OSE.
EL SOLISTA “Es una obra mucho más exigente”, corrobora Asier Polo, solista en Frondoso misterio, de Luis de Pablo. El violonchelista bilbaino ya confesó antes de viajar a Venecia que tardó siete meses en desentrañar la partitura que el veterano compositor le dedicó y que en la última década ha tocado varias veces. “Ahora me da igual cometer algún fallo porque la tengo interiorizada e intento transmitir una sensación enérgica”, dice minutos antes de salir a escena y agradecer que De Pablo le pusiera “obstáculos” para superarse y no dejárselo “facilito”. También ensalza la “dedicación” del maestro Encinar, especialista en música contemporánea y “enamorado” de lo que hace: “Es el mejor porque se lo toma en serio, es detallista y está muy involucrado”.
Con la agenda rebosante de funciones hasta dentro de año y medio, Asier Polo tocará con las orquestas de Barcelona, Belorizonte (Brasil) y Dinamarca, entre otras muchas. También continuará actuando en casa, porque al contrario de lo que les sucede a otros, él sí se siente profeta en su tierra: “Me he sentido muy apoyado siempre, y además desde jovencito”. Por eso agradece la oportunidad de ser embajador de Euskadi junto a la OSE en Venecia con un programa de marcado acento vasco, con músicos, autores y solistas del país. En cualquier caso, no parece partidario de establecer cuotas porque aunque haya que “apoyar lo nuestro, lo primero es la calidad”.
LA FUNCIÓN Minutos antes de las 20.00 horas, el Teatro alle Tese comienza a recibir a los espectadores y a varios críticos musicales locales y extranjeros. En el primer tramo de la velada suenan las obras de Lazkano y Erkoreka. La primera, Ortzi isilak, está concebida, como dice su propio autor, ”en el umbral del silencio”, pero incluye brillantes estallidos que provocan un contraste muchas veces brutal, con la japonesa Shizuyo Oka como clarinete solista; por su parte, el universo sonoro de Océano también remite a la idea de dualidad, la de un mar imprevisible que puede estar en calma chicha y un minuto después tornarse fiero y explosivo.
Tras la tempestad, sin embargo, viene la calma, la de un descanso en el que los músicos intercambian opiniones sobre la acústica seca de un auditorio bellísimo, ubicado entre columnas de ladrillo y bajo un techo atravesado por vigas de madera. Algunos miembros de la expedición vasca coinciden en subrayar lo bien que otros países saben aprovechar su patrimonio arquitectónico sin necesidad de derribarlo o pervertirlo; y a la mente de muchos acude el recuerdo de cierta fábrica de tabacos?
Acto seguido, el solista Asier Polo y el concertino Aitzol Iturriagagoitia libran el duelo de chelo y violín con el que comienza Frondoso misterio, plato fuerte de la noche. Durante media hora de frenesí sonoro, el director utiliza su batuta para repartir juego entre todas las cuerdas de una orquesta que, según los entendidos, suena maravillosa y emocionante. El autor, Luis de Pablo, sale a saludar y recibe junto a Polo y Encinar el calor del público y cinco minutos de efusivo e ininterrumpido aplauso.
EL BALANCE Un importante crítico de un periódico catalán enviado a Venecia destaca la valentía de tres autores que “no tienen miedo a la expresión”. Los aludidos respiran aliviados y coinciden en subrayar el papel de la orquesta. “Ha sonado extraordinaria. Estar en Venecia, hacer música con amigos, con gente que te entiende y con la que puedes hablar de tú a tú, es mucho más fácil”, dice Lazkano. A su lado, un “emocionado” Erkoreka recalca el “trabajo encomiable” de Encinar y de la OSE, mientras que De Pablo no puede estar más feliz: “Ha sido una versión admirable, de las mejores que ha tenido Profundo misterio gracias a la entrega y pasión de la sinfónica y de Asier”. En un edificio anexo al teatro y rebosante de encanto, la OSE ofrece un cóctel. Acompañada por el director general, Oriol Roch, la consejera vasca de Educación y Cultura, Cristina Uriarte, brinda por el éxito de la formación en la Bienal de Venecia mientras autores y solistas, más relajados, siguen intercambiando impresiones.
Al día siguiente la orquesta interpreta obras del proyecto Tesela y es hora de retirarse al hotel. Tras caminar por un laberinto de construcciones con varios siglos de antigüedad, la comitiva vasca abandona el Arsenale a bordo de un taxi acuático que avanza en la oscuridad de un Gran Canal inusitadamente tranquilo. En ambas orillas, las góndolas vacías y los edificios emblemáticos aguardan a las hordas de turistas que recibirán en unas horas. Pero en ese preciso instante, al filo de la medianoche, la tenue neblina que lo envuelve todo aporta a la ciudad un aire de irrealidad o de ensueño, como si el misterio de Venecia pudiera acariciarse con las manos...