Que el Premio Euskadi de Turismo 2013 fuera para el Azkena Rock Festival no es una casualidad. La gran mayoría de sus asistentes acuden cada año desde fuera de las fronteras alavesas, lo que se traduce en una ocupación hotelera que roza el lleno casi en cada edición. El cartel de completo, por ejemplo, lo tuvo que colgar hace doce meses el albergue de la Catedral Santa María y eso que justo había abierto el noviembre anterior. Fue un debut sonoro que en este 2014 va camino de repetirse.

"Con la Copa del Rey de Baloncesto ya tuvimos una primera experiencia con respecto a un evento de este tipo, así que las expectativas sobre lo que podía pasar en el Azkena las teníamos claras", recuerda Iurgi Martínez de Aramaiona, trabajador del albergue. "La gente viene a escuchar música, no a liarla. Puede que alguno esté más o menos pasado, pero al final estás compartiendo habitación con gente que igual no conoces y eso también produce más respeto, te cortas un poco". Claro que los horarios que supone el festival no son los habituales en un establecimiento hotelero así que "te encuentras con alguno que llega a la hora de comer, se echa una siesta y vuelta a los conciertos".

Lo cierto es que la experiencia en este espacio debió satisfacer a no pocos azkeneros porque buena parte de quienes tomaron parte en ese debut regresan esta semana. "Somos una opción económica que además tiene unas instalaciones de lujo y en pleno centro; tienes que ver todo lo que nos escribieron en el libro de reseñas", personas llegadas en su mayoría del Estado, aunque también hubo franceses y alemanes, de entre 25 y 50 años. "Bueno, también vino un recién nacido. Es de una pareja fiel al festival que justo había tenido al pequeño pero no quería faltar al Azkena; de hecho, vuelven este año los tres".

El albergue cuenta con una capacidad máxima de 92 camas que de cara a este 2014 empezaron a reservase justo cuando se conocieron las fechas del certamen. "Según se han ido sabiendo los grupos y, sobre todo, los cabezas del cartel, la gente ha ido llamando y llamando".

En el albergue, eso sí, no sólo encuentran descanso. Se les facilitan los horarios de autobuses para acudir a Mendizabala y moverse por la ciudad, además de otro tipo de información gastronómica y de ocio. "Muchos preguntan dónde se pueden tomar un pintxo o un buen vino y, claro, estamos en la calle Cuchillería. Pero bueno, miras a ver qué te pide cada uno para indicarle mejor, si busca un bocata, un menú del día o... Es gente que viene a disfrutar y no sólo de la música".

Sin duda el ARF supone un punto importante para la actividad de un albergue que no para el resto del año. Cada vez es más conocido, sus referencias en Internet son muy positivas y eso se nota. Aún así, y aunque estos días son de mucho trabajo para Martínez de Aramaiona, "espero poder volver este año al festival".