Empeñado en acercar la física y la cosmología a todos los públicos, el astrofísico italiano Amedeo Balbi ha encontrado en el lenguaje de la viñeta la mejor forma para explicar cómo y cuándo nació el universo, y así, la teoría del Big Bang ya tiene novela gráfica: Cosmicómic.

Con la certeza de que el cómic es un medio "poco explorado" para contar la historia de la Ciencia, Balbi, un habitual lector de fumetti, como se llama a los cómics en Italia, se unió con el ilustrador Rossano Piccioni para dar vida a este cómic editado por Salamandra Graphic. "El cómic tiene muchos puntos de fuerza, uno de ellos es que las imágenes consiguen comunicar de un modo más sintético y eficaz que la propia palabra escrita", dice a Efe este romano que trabaja en la Universidad de Roma Tor Vergata. Y así, con esta teoría sobre el poder de la viñeta, Balbi cree que el cómic "puede ser" un medio para "acercar la ciencia a las personas" a través de un "canal emotivo". "Puede contribuir a que deje de verse la ciencia como una actividad fría y árida, porque, en realidad, no lo es", apunta. En Cosmicómic, Balbi y Piccioni narran en tono de thriller cómo dos jóvenes radioastrónomos captan un ruido de fondo misterioso mientras intentan perfeccionar el funcionamiento de una gran antena de los laboratorio Bell.

Corre el año 1964 y así comienza una investigación que los llevará a repasar medio siglo de historia de la ciencia siguiendo los pasos de científicos como Albert Eistein, Edwin Hubble, pasando por Fred Hoyle o George Gamow, que entrevieron un fragmento de la solución a este ruido, aunque ninguno logró visualizar el cuadro completo. "Me he divertido mucho escribiendo, y en parte se debe a que escribir un cómic es casi como escribir el guión de una película, hay que imaginar a los personajes interactuando o buscar la ambientación histórica", expresa. Y tanto le ha gustado esta experiencia, que hasta la ha encontrado "desafiante" por verse en la obligación de enfrentarse a "meterlo todo de un modo secuencial" con el objetivo de conseguir que el lector llegue "lentamente" a la solución final, pero sin darle ningún indicio al principio. De entre todos los personajes de su historia, el astrofísico tiene muy claro con quién se tomaría un café o compartiría un plato de pasta: "El que seguramente sería más divertido es George Gamow, pero también Milton Hmason sería una buena compañía. Si, por el contrario, se tratara sólo de discutir sobre física o filosofía, sería Einstein, naturalmente".