Desde los 7 años, su vida es el Conservatorio de Danza José Uruñuela. Hoy, a los 16, apunta alto. Su formación no ha terminado pero su camino ya cuenta con reconocimientos de relevancia (Concurso Villa de Bilbao, Concurso Internacional de Danza Ciudad de Ribarroja del Turia, Concurso de Ballet Ciudad de Torrelavega...) a los que ahora se suma el conseguido en el IV Certamen Internacional de Danza Ciutat de Barcelona, un punto de encuentro al que se presentaron 250 intérpretes de una docena de países y en el que Celia Dávila consiguió el primer premio en la categoría junior o B (14 a 18 años) de ballet clásico.
La presencia en el jurado del bailarín argentino Julio Bocca, de cuyas manos recibió la vitoriana el galardón, y de su compatriota Héctor Zaraspe (maestro en la Juilliard School de Nueva York y profesor de Rudolf Nureyev y Margot Fonteyn, entre otros) es lo que para Dávila y su profesora, Elena Llanos, ofrece la mejor dimensión sobre la relevancia de esta victoria, conseguida en una competición que se desarrolló entre el 1 y el 4 de mayo. "Bailar delante de ellos fue algo muy importante para mí", recuerda, aunque en su maleta hacia casa también viajó una beca para un curso de verano en la Ecole Supérieure de Danse Rosella Hightower, ubicada Cannes, "una de las grandes escuelas de Francia", subraya Llanos.
Constancia El futuro de esta joven está todavía por escribir, pero tanto el último como los pasados reconocimientos y la propia mirada que hacia ella dirigen Llanos y Carmen Tercero, directora del José Uruñuela, deja a las claras que las esperanzas puestas en Dávila son muchas, además de ganadas a pulso.
Con cinco años empezó en Traspasos. Dos años después, llegó al José Uruñuela. Y como el resto de alumnos y alumnas del conservatorio, su agenda diaria no deja casi huecos a la respiración. "Es duro, pero si te gusta lo llevas bien", dice. Una jornada cualquiera empieza a las siete y media de la mañana y la primera parada es el centro de formación artística, donde sus clases empiezan a las nueve y, dependiendo el caso, pueden alargarse hasta las tres y media de la tarde, dejando para después los estudios de cualquier otro joven de su edad. "Hay amigas que me dicen que estoy loca", ríe.
Eso sí, mira al futuro con ganas pero siendo consciente de la realidad. "Me gustaría salir fuera, llegar a ser profesional, pero sé que es muy difícil, así que ya veremos qué pasa", afirma, mientras su formación sigue tanto en la capital alavesa como en clases que llega a tomar, por ejemplo, en Nueva York.
"Es una niña muy disciplinada. Aunque a veces protesta y quiere ser como cualquier chica de su edad, ha visto el camino que debe seguir para conseguir lo que quiere en la vida. Como en todo, la senda es la del trabajo y ella quiere trabajar, tiene espíritu de sacrificio aunque tampoco hay que decírselo mucho porque a veces se lo cree", explica, con una sonrisa, Llanos. Todo ello de la mano de un Conservatorio de Danza José Uruñuela en el que la constancia es la clave.