madrid - Leonardo Sbaraglia hace de Leonardo Sbaraglia en Días de vinilo, una comedia en la que se ríe de sí mismo y busca reconvertirse en héroe de películas de acción, al estilo de su admirado Han Solo de Star Wars. "Me encantaría hacer un héroe de acción, pero en este tipo de industria en la que estamos es complicado, por el gran coste que conllevan esas producciones", admite en una entrevista con Efe, recién llegado del Festival de Cannes.

Puestos a soñar, si pudiera elegir un papel en la historia del género, lo tiene bastante claro. "Han Solo. De hecho tengo un muñequito de cuando jugaba en el 79 y lo llevo siempre conmigo: es una especie de amuleto que tengo", confiesa. En realidad, esa intervención estelar en el filme de Gabriel Nesci, inspirada en la serie Extras de Ricky Gervais, estaba pensada para Ricardo Darín, pero por cuestiones de agenda acabó recayendo en él, que iba a hacer otro personaje. "Me hicieron el upgrade", bromea.

la música y las mujeres Días de vinilo cuenta las disparatadas vidas de cuatro amigos treintañeros, interpretados por Gastón Pauls, Fernán Mirás, Rafael Spregeburd e Ignacio Toselli, unidos por su amor a la música y a las mujeres. "A mí me gusta la música, pero no tanto como a esos cuatro melómanos", advierte Sbaraglia. "Eso sí, recuerdo cómo lloré cuando vi a Paul McCartney en La Peineta. Cada canción me recordaba a mis padres, a mis primeros amores. Fue de las pocas veces que fui a un concierto y me recordó tanto mi vida". Muy distinto es su trabajo en Relatos salvajes de Damián Szifrón, el motivo de su presencia en Cannes, una colección de seis relatos en clave de comedia negra donde los personajes son colocados en situaciones límite e, inevitablemente, estallan. "Son personajes que cruzan un umbral, moral o físico. Cada uno de ellos reacciona por algo diferente, un algo que les toca la espina de su identidad y les hace volverse un poco locos. La recepción ha sido impresionante, funcionó muy bien", afirma.

Su personaje en concreto es un conductor prepotente que viaja en un coche "como pasando por encima de todos los que se meten en su camino, hasta que se cruza con otra persona, y ahí llega el detonante". Hasta ahí puede leer. "Es muy brutal", advierte. Relatos salvajes, junto con Jauja, de Lisandro Alonso, Refugiados, de Diego Lerman, o El ardor, de Pablo Fendrik, todas ellas estrenadas en Cannes, son, en opinión de Sbaraglia, una muestra del "buen momento" del cine argentino. Las tornas han cambiado desde que a principios de siglo, poco antes del "corralito", el actor hiciera las maletas rumbo a Madrid, donde títulos como Intacto (2001) o En la ciudad sin límites (2002) lo convirtieron en rostro habitual del cine español.

"Las cosas ahora en España están complicadas", asegura el actor, que en 2009 volvió a fijar su residencia en Buenos Aires, una decisión en la que también influyó la elección del colegio para su hija, nacida en 2006. "Pero sigo viajando, nunca se sabe lo que va a pasar con la vida de uno", señala. Sus futuros proyectos no sólo apuntan a Argentina, donde acaba de estrenar Aire libre, de Anahí Bernerí, y de rodar Choele, de Juan Sasiaín, sino también a Brasil y México. "Tengo la suerte de trabajar en varios lados", reconoce, sin cerrar ninguna puerta. "En España hice mas de 15 películas, una serie de televisión, trabajé con gente interesantísima que terminó siendo mi hermana -Juan Carlos Fresnadillo, Rodrigo Cortés, Antonio Hernández-, y eso es más de lo que esperaba: haber construido relaciones poderosas y que creativamente pueden seguir dando frutos".