En la monumental escultura de casi dos toneladas que se encuentra a la entrada del parque de Doña Casilda de Bilbao las rodillas y pechos se convierten en montañas de manera que el cuerpo humano se acaba fusionando con las formas rocosas y el paisaje. Se trata de Figura reclinada en dos piezas nº2, una de las siete piezas de bronce que fueron creadas por Henry Moore en la cúspide de su carrera, entre los años 1960 y 1982, y que desde ayer y hasta el 17 de julio se pueden ver en este improvisado museo al aire libre. Porque sus esculturas no desentonan ni rompen el paisaje sino que parecen salidas de la madre naturaleza.

La muestra forma parte del programa Arte en la Calle de la Obra Social de la Caixa que pretende acercar al público creaciones de artistas contemporáneos como Manolo Valdés o Igor Mitoraj, así como referentes de la modernidad como Auguste Rodin. Organizada en colaboración con el Ayuntamiento de Bilbao y la Fundación Henry Moore, las obras han recalado con anterioridad en Canarias, Sevilla y Valencia.

El director territorial de La Caixa en el País Vasco y Cantabria, Juan Pedro Badiola, el alcalde de Bilbao, Ibon Areso, y el conservador de la Fundación Henry Moore, Sebastiano Barassi, se encargaron ayer de descubrir estos siete gigantes escultóricos, que juntos pesan casi 15 toneladas y forman parte del gran legado que Moore (1898-1986) dejó a su fundación para acercar el arte contemporáneo al público. Todos comparten la misma monumentalidad y reflejan algunos de los temas recurrentes de uno de los grandes maestros de la escultura moderna, como fueron su fascinación por las mujeres reclinadas, su interés por la relación entre la madre y el hijo, por el paisaje rural y urbano o la tensión entre el lenguaje abstracto y figurativo.

Una exposición "a la altura de Bilbao que constituirá uno de los acontecimientos culturales más importantes en el inicio de este año en la capital vizcaina, que ha situado a la cultura y el arte en uno de los pilares de su proceso de cambio", en opinión del primer edil, Ibon Areso, que cumplía ayer 68 años de edad. Además para Areso no podían estar ubicadas en un escenario mejor, "en un entorno museístico junto al de Bellas Artes y el Guggenheim Bilbao".

recorrido No es la primera vez que se pueden ver esculturas de Moore en Bilbao. En París, visitó a Picasso en su estudio mientras pintaba el Guernica. Horrorizado por la barbarie de la Guerra Civil, realizó su primera litografía, Prisionero español, con la intención de venderla para ayudar a los presos de la guerra republicana refugiados en los campos de concentración de Francia.

Así que no es extraño que cuando el Gobierno vasco le encargó una escultura para Gernika, Moore enseguida dijera que sí. Large figure in a shelter (Gran figura en un refugio) fue creada entre los años 1985 y 1986. Fue precisamente el artista donostiarra Eduardo Chillida, quien supervisó la elección del lugar elegido para situar la obra, ya que a pocos metros se levantaba su conjunto escultórico Gure aitaren etxean, inaugurado en 1987. En 1990 también se presentó una exposición en el Bellas Artes de Bilbao del escultor británico.

El séptimo hijo de un minero de Yorshire, cuya infancia transcurrió entre pozos de minas, los cables y las carretas, alcanzó la fama mundial en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, precisamente por los bronces monumentales expuestos en espacios exteriores, cívicos y públicos de todo el mundo. Ahora, en Bilbao se tiene la gran oportunidad de conocer algunas de sus piezas más emblemáticas, seleccionadas por Anita Fledman.

"Hemos querido representar la totalidad de la carrera del artista. En esta exposición se pueden ver figuras reclinadas, que fueron muy importantes en su trayectoria, esculturas abstractas y otras piezas que surgieron siguiendo una técnica que a Moore le gustaba particularmente. Solía partir de un elemento natural: guijarros, piedras o huesos de animales que encontraba en su jardín. Los utilizaba para hacer una maqueta, que más tarde utilizaría para hacer grandes esculturas", explicó durante la inauguración Sebastiano Barassi, conservador de la Fundación Henry Moore.

Además de Figura reclinada en dos piezas nº2 (1960), se puede ver Madre e hijo reclinados (1975-1976), un buen ejemplo de cómo el bronce puede congelar los sentimientos. Asimismo, la muestra incluye piezas verticales, como la Gran figura de pie: filo de cuchillo, realizada en 1976 y que evoca a la Victoria alada de Samotracia. En ella, Moore recurre a la creación de una obra monumental desde un fragmento encontrado en la naturaleza, en este caso, un trozo de hueso de pájaro.

Un proceso similar, el hallazgo de piedrecillas en el campo, le había servido para crear en 1963 su Pieza de bloqueo y siete años más tarde, el Óvalo con puntos, un bronce gigantesco que surge a partir de la visión de una pequeña piedra en el estudio de Moore.

Una vez finalizada la exposición, las obras regresarán al museo-fundación, creada por el artista en 1977 en Perry Green, muy cerca de Londres. La fundación tiene más de un millar de esculturas, con piezas de todos los tamaños y entre las que se encuentran 50 esculturas monumentales como las que pueden verse en Bilbao; pero también se conservan unos 10.000 trabajos en papel, entre grabados y dibujos.