en pretéritos tiempos de la tele carpetovetónica de nuestros pesares, hacia las nueve de la noche aparecía diariamente una inserción a modo de anuncio donde una pizpireta pandilla de dibujos animados, cuatros chicas y dos chicos, la familia Telerín, anunciaban con salero y gracejo Vamos a la cama que hay que descansar para que mañana podamos trabajar. Desfilaban felices camino de sus cunitas, donde quedaban plácidamente asentados y cerraba plano la más pequeña del grupo ocupando pantalla con su inseparable Petete. Era una indirecta manera de indicarnos que los pequeños debían abandonar su posición ante la pantalla y que la camita esperaba a los angelotes para el necesario descanso para que a la mañana siguiente estuvieran como jabatos preparados a la cotidiana tarea. Tal y como van las cosas en la discusión sobre mantener o adelantar el prime time de las televisiones los días laborables pareciera que debiéramos rescatar este anuncio pero aplicado a los maduritos de la casa, ya que el desfase de una hora con el resto de prime time en Europa nos provoca pérdida de sueño millonaria que una sociedad en busca de salidas económicas y necesitada de una mayor eficacia en la competitividad debiera atender y acometer. La ministra Mato sugiere la necesidad de adelantar el asunto para estar en la cama antes de la medianoche, los responsables de la televisión pública dicen que ellos ya cumplen y los astutos mandamases de las teles privadas guardan riguroso silencio y mantienen boca cerrada donde no entran moscas. No quieren atragantarse con cambios en los horarios más importantes del consumo televisivo y esperan que algún valiente o atolondrado mueva ficha y luego ya se verá. Lo de siempre, por esto o por aquello, la casa sin barrer y el déficit insomne machacando al personal atado al sofá de las nocturnas horas atracándose de productos varios.