MADRID. El papel de Fernanda en esta serie producida por Diagonal TV ("Isabel") le ha llegado a Victoria Abril (Madrid, 1959) en un buen momento profesional, una vez asentada en los cincuenta años, porque, asegura en una entrevista con Efe, "los hombres nos saben qué hacer con las mujeres de 40, aparte de divorciarse...".

"Estoy mucho menos sola y más tranquila, porque tengo más respuestas y menos preguntas, menos inseguridad y más bagaje", añade sobre su progresión personal y profesional en los últimos años, de la que ha echado mano para componer a Fernanda, madre biológica de María, una niña robada en busca de su verdadero origen, interpretada por Megan Montaner.

Un personaje que transita "por la España de las dos crisis", la de la época de Franco en 1974, "cuando no había todos esos derechos que nos quieren quitar ahora a las mujeres, espero que no lo consigan", apostilla, y la que comenzó a fraguarse en los primeros compases del siglo XXI.

En esta mujer, "hija de republicanos muertos o asesinados, sin oficio ni beneficio y que no tiene más remedio que prostituirse", la actriz ha volcado un compendio de personajes que han labrado su carrera cinematográfica: la Chelo de "El Lute" (1987), las mujeres de "Si te dicen que caí" (1989) y la Gloria de "Nadie hablará de nosotros cuando hayamos muerto" (1995), enumera con un punto de orgullo en sus chispeantes ojos.

"Tengo la sensación de haber trabajado los últimos 40 años para hacer este papel de Fernanda", explica, y asegura que gracias a este bagaje ha podido afrontar un trabajo televisivo de cuatro meses en el que "se va rápido: por la mañana tienes 25 años; por la tarde, 50 y pico y un alcoholismo en las venas ya cirrótico".

"Sin identidad", que se estrenará en Antena 3 próximamente, se graba entera en escenarios naturales, sin platós, una fusión de métodos cinematográficos que le da una "credibilidad fantástica", apunta Abril, que en Francia es muy famosa por "Clem", la serie familiar que protagoniza desde hace cuatro años.

Sus trabajos televisivos en España, salvo una aparición especial en "Hospital Central" en 2011, se remontan a series ya históricas, como "Los jinetes del alba" (1990) o "Los pazos de Ulloa" (1985), y ahora espera que la televisión le ayude a colarse en "los salones de las casas".

"Echo de menos trabajar en España", reconoce cuando se le pregunta sobre si añora aquellos años en los que fue musa de directores como Vicente Aranda, con quien rodó "Amantes" (1991), o Pedro Almodóvar en "¡Átame!".

"Me gustaría trabajar con las nuevas generaciones, que ni me conocen ni les conozco. Que me llamen, que me escriban y responderé, olvidemos eso de que no vengo y de que soy muy cara. Me adapto a las condiciones del país", afirma sobre sus preferencias de cara al cine.

No olvida que con Pedro Almodóvar tuvo "un matrimonio y tres niños (películas) en cinco años", tras "un noviazgo muy largo de mutua admiración en los 80".

Ahora espera "retomar" esta relación, porque, afirma, "a Pedro también le gustan las mujeres de 50", una edad "ideal" para la interpretación, "en la que puedes ser la madre, la abuela, la hija, la tía... Todas, menos la joven".

"Los cuarenta es una época malísima para las actrices. Yo me las arreglé con la música, conseguí pasar los cuarenta sin enterarme de que había poco que hacer en el cine", recuerda sobre su trayectoria discográfica, que espera ampliar en el futuro con un tercer disco, "Interlocal", con canciones escritas por ella misma cuando está "muy alegre o muy triste".

Reconoce que no ve la televisión por "falta de tiempo" y sobre la situación del cine explica que éxitos como el de "Ocho apellidos vascos" sirven para demostrar "al ministro de Cultura que el cine interesa a la gente. El único problema es que es muy caro y con el 21 por ciento de (subida del) IVA todavía más".

No obstante, advierte que ella comenzó hace 40 años en el cine "y ya estaba en crisis; hemos conocido muchas crisis y aquí estamos todavía", dice golpeando la mesa con los nudillos para enfatizar su aseveración.

Su talante es optimista, y afirma que "las crisis refuerzan la creatividad" y que el talento siempre consigue aflorar. "El cine comienza con un papel y un lápiz, hay que escribir una historia, que sea buena, y ya buscaremos cómo rodarla", y apunta que buena parte de sus cintas de los 70 y los 80 las hizo en cooperativa.

"Poco dinero vi, y da igual", señala, y concluye: "Lo importante es seguir haciendo películas. Esperemos que los políticos se den cuenta de que la cultura es lo que más se exporta de nuestro país".