Con la celebración el miércoles del Día Internacional del Libro, abril se convierte para muchos en el mes de las letras. Se publican novedades, se realizan ferias, se organizan encuentros con escritores... La lista es larga. Pero casi todo ello está pensando por y para aquellas personas que disfrutan de la lectura a través de los ojos. Parece que quien no puede introducirse en las palabras a través de la mirada no cuenta con la oportunidad de disfrutar con una novela policiaca, con un ensayo histórico, con un poemario. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Una clara demostración se encuentra en muchos de los afiliados de la Organización Nacional de Ciegos (ONCE).
De su ya veterana mano (son ya 75 años los que le contemplan), nos introducimos en los sistemas utilizados para acercarse a la creación literaria, en particular, y la lectura en su más amplio sentido.
"Hay otras fórmulas para poder leer: los dedos y también los oídos", describe Ana Dávila, jefa de Servicios Sociales de ONCE Euskadi, aunque en su caso cabría añadir una tercera vía, la de la lectura de libros en tinta con ayudas ópticas.
Tacto y audición son los dos caminos básicos. El primero de ellos a través del braille, un sistema de puntos en relieve ideado por Luis Braille en 1825 que "nos permite acceder a la comunicación, la información y nos abre muchas posibilidades laborales, educativas, de ocio y culturales", explica Dávila, aunque también tenga algún que otro inconveniente.
Por ejemplo, como apunta la técnico en tiflotecnología (tiflo significa ciego en griego) Marta Alegría, "una página en tinta supone, más o menos, cuatro en braille", lo que hace, según dice, medio en broma medio en serio, Rafael Ledesma, director de la Agencia de la ONCE de Álava, que "El Quijote te pueda ocupar toda una estantería grande".
"Una persona mayor, cuando quiere aprender braille, tiene el tacto más duro y, por lo tanto, le cuesta aprender. Alguien que nace con problemas de visión va a tener una lectura más natural, casi a la misma velocidad de una persona vidente. De hecho, un niño puede llegar a leer con mucha agilidad y autonomía", comenta Ledesma, a lo que Alegría añade que la velocidad de un menor puede estar entre 100 y 110 palabras por minuto, mientras que en el caso de los adultos, "un buen lector" puede conseguir entre 60 y 70.
Pero más allá de estas dos circunstancias, y sin quitar valor a la utilidad de los audiolibros, entre los usuarios la lectura a través del braille cuenta con un importante respaldo. "Siempre se queda mejor con lo que lees; se te queda más grabado, te empapas más", describe Mari Cruz Alonso, una de las asistentes a la reunión semanal de tiflotecnología que acoge la delegación en Gasteiz de la ONCE junto a Rosa María Ibáñez e Iñaki Knörr.
En este sentido, Ibáñez asegura que "el braille me recuerda más a un libro como tal, mientras que el audiolibro me da la sensación más de una película, o me traslada a la radio o la televisión". Ella, ahora mismo, está dejándose llevar por las historias que Dolores Redondo relata en El guardián invisible, mientras que Alonso se decanta por la novela histórica y Knörr disfruta con los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós, aunque en su caso también señala otras aplicaciones prácticas e inmediatas de poder leer en braille como el hecho de votar y hacerlo sin que otros sepan cuál es su papeleta en las elecciones europeas.
En el caso de la lectura a través de los oídos, los audiolibros utilizados por la organización tienen un formato y una navegación especiales. Simplificando, se trata de libros hablados digitales en formato DAISY, un sistema que permite saltar de un capítulo a otro (o de una frase a otra), ir a una página determinada sin tener que pasar por las anteriores, marcar puntos de lectura para volver a ellos después e incluir anotaciones propias, entre otras cuestiones.
Sea a través del tacto o de los oídos, los afiliados de la ONCE tienen además la posibilidad de leer también en euskera de la mano de un convenio que desde hace varios años mantiene la agrupación con la Viceconsejería de Política Lingüística del Gobierno Vasco.
"Éste es un colectivo en el que se lee más que en otros. Cuando eres ciego, tienes menos autonomía personal. Sin embargo, la lectura es algo que puedes hacer perfectamente tú solo. En el caso del euskera, sucede lo mismo que en el resto de la sociedad, es decir, que somos pocos lectores, aunque el número es mayor entre los jóvenes", dice Inma Arrieta, quien coordina la transcripción a la lengua vasca en braille y audiolibros.
Para hacer esa traducción posible, la ONCE mantiene un acuerdo con las mayores editoriales en euskera. "Siempre que pueden, nos pasan el texto del libro en sistema informático. Hay una programa que convierte el texto en word en texto en braille. Después, con una impresora muy potente se hacen los libros. Tras eso, se tienen que corregir la paginación, los caracteres por línea y demás cuestiones. Hay editoriales a nivel estatal que no se prestan por miedo a la piratería, pero nosotros garantizamos que ese texto se utiliza de manera exclusiva para el braille, que no se puede comercializar, y lo mismo sucede con los audiolibros, que son para nosotros", describe Arrieta. "En el caso de los audiolibros, hay dos empresas que los traducen. Ellos tienen los grabadores, lo registran, se edita y luego tiene un último proceso en el Servicio Bibliográfico de la ONCE, que está en Madrid. Allí le dan el último toque".
Sea en castellano o en euskera, la manera de poder conseguir los títulos es la misma. El único requisito es ser afiliado a la organización. Si es en braille, hay dos caminos para conseguir un libro: "si estás en Gasteiz, ya que los ejemplares están en Bilbao, llamas, solicitas el título que quieres y luego pasas por tu delegación, lo recoges y tienes un mes para leerlo. También puedes ponerte en contacto con Madrid y que te lo manden a casa en propiedad. En este caso, se cobran tres euros por el envío", relata Arrieta. "Con los audiolibros, sucede lo mismo. Puedes ir a tu delegación y tomarlos en préstamo durante 15 días. También están en Madrid, lo pides y te lo mandan por un precio de 1 euro, que es lo que cuesta el CD. Además, hay otra opción, que es estupenda para la gente que domina la informática, ya que existe una biblioteca digital a la que accedes con tu clave de afiliado y te descargas el libro. Lo metes en tu MP3, que es un poco especial para navegar, y ya está", señala la coordinadora, quien, en su caso personal, suele optar por esta última vía.
En todo este proceso es evidente que las nuevas tecnologías están suponiendo una ayuda inestimable. También en la lectura a través del ordenador, gracias a la síntesis de voz que permite acceder a la información que se recoge en la pantalla siempre que las web estén adaptadas. "Para los que aún tenemos restos de visión, incorporamos un sistema de magnificación de caracteres. Todo esto se complementa con un dispositivo, que es una línea braille, que se coloca debajo del teclado y que nos permite complementar el acceso. Es decir, escuchamos y leemos" relata Dávila.
Para aprender a utilizar estos y otros métodos, y también a escribir (bien a través del sistema tradicional con pautas o con las máquinas Perkins), se producen las reuniones de tiflotecnología, encuentros donde además se comparten las dificultades de la vida diaria. Los ejemplos no faltan. "En el nuevo hospital que han hecho en Vitoria, en vez de preocuparse de poner información en voz, resulta que todo es visual. No se piensa en la persona con discapacidad. Y vas por la calle y todo son obstáculos", se queja Alonso, a lo que Ledesma añade que "según se avanza en las tecnologías, para la discapacidad se va retrocediendo. Te ponen una pantalla tipo aeropuerto donde tienes que ver todo".