En la era de lo digital parece que el negativo fotográfico ha quedado olvidado. De hecho, hay quien o lo destruye, o lo dona a archivos o incluso lo vende en mercadillos. Es en estas dos últimas posibilidades donde los creadores de Positivo singular han puesto su mirada para conformar la exposición que desde ayer y hasta el próximo 8 de junio se muestra en la sala Amárica.
Reinterpretar lo que en estos testigos de un momento pasado se recoge para darle una forma y un fondo nuevos es, a grandes rasgos, el hilo común de una muestra con autores, por un lado, desconocidos y, por otro, con nombres y apellidos. Los anónimos (o por lo menos no se identifican en la exposición) son aquellos cuyos negativos sirven como punto de partida a una propuesta que concluyen José Ramón Bas, Ran-el Cabrera, Jordi Calafell, Montse Campins, José Ferrero, Santiago Garcés, Jordi Laffite, Juan Ugalde, Valentín Vallhonrat, Luis Vioque y Santos Montes, quien además juega el papel de impulsor de la iniciativa artística.
A modo de homenaje al proceso fotográfico, a ese trabajo entre las paredes del laboratorio que hoy parece olvidado por el común de los mortales, Positivo singular ofrece resultados tan diversos como autores intervienen. Se crea así un mosaico donde el pasado y el presente se confunden, donde la imagen de origen es descontextualizada para dotarla de nuevos significados a través de la manipulación que cada uno de los fotógrafos actuales realizan sobre ellas, incluyendo incluso elementos externos como el dibujo.
Al final, lo que se crea es un diálogo a tres bandas entre quienes tomaron las instantáneas iniciales, quienes luego las han transformado en un nuevo mensaje y el público que ahora las puede visualizar en Amárica, una relación singular que también tiene su vertiente en el juego entre lo analógico y lo digital que existe en esta propuesta puesto que en el caso de algunos negativos se han utilizado elementos actuales como el scanner.
Negativos hay miles. Posibilidades de interpretación en base a uno solo, también. De eso son conscientes los once artistas que toman parte en la propuesta. "Lo que es evidente es que te enfrentas a un planteamiento totalmente diferente a la labor habitual de un fotógrafo", explicó ayer Ugalde.
Todo el proyecto parte de la idea de Montes sobre la necesidad de no perder el valor del trabajo en el laboratorio, un objetivo después compartido con el resto de intervinientes en la exposición. Salvo en un caso (en el que las referencias han salido del Archivo de Barcelona), todos los negativos proceden de negativos adquiridos en mercadillos o pertenecientes a fondos familiares. "Claro que cuando compras, en realidad nunca sabes qué te vas a encontrar, es todo un misterio", señaló Ugalde.
Viajes, paisajes, sesiones con modelos... los puntos de partida son bien distintos. "Estableces un diálogo con personas que no conoces", comentó Montes, quien describió que la era digital va a hacer que muchos de estos momentos se pierdan al no quedar su huella en negativo.