bilbao - Crítico con la iglesia, la considera una entidad de poder y control social que ha ennoblecido el sufrimiento; la escuela, "educa a los niños para que se habitúen al trabajo de ocho horas en la oficina", y la concepción pesimista del arte, Ernesto Neto (Río de Janeiro, 1964) cree sin embargo en una sociedad "más justa, amorosa y alegre". La clave, asegura, reside en la naturaleza, de la que todo emana.
Leviatán Thot es una de sus obras más espectaculares, cuya instalación en el atrio del Guggenheim requirió el trabajo y la coordinación de un nutrido grupo de profesionales. ¿La arquitectura del museo la convierte en una nueva escultura?
-Hubo una evaluación inicial de la situación, aquel día estuvimos trabajando hasta bien entrada la noche, colgamos la escultura del techo, pero días después la volvimos a bajar para realizar unos ajustes. De todos modos, la obra está incompleta en relación a su disposición original en el Panteón de París; aunque mantiene la expresividad, y esa verticalidad que representa la institución, frente al cuerpo que cae, que refleja al ser humano.
Durante la instalación comentó que con esta obra quería escenificar la lucha entre lo inmortal y lo mortal.
-Así es, la institución es inmortal, los seres humanos, no. Por ejemplo, en el museo, los directores, curadores, artistas, etc. son mortales, mientras que la institución permanecerá. Cuando empecé a crear esta obra para el Panteón de París me vino a la mente la Pietá. En ella contrastan la expresión cándida y jovial de María con la de su hijo Jesús. Para mí, María representa la institución y Jesús la naturaleza. Vida y muerte. El tránsito...
¿Es la naturaleza su mayor fuente de inspiración?
-Me inspiro en ella por completo, sí. La naturaleza está dentro de las personas, en tanto somos entidades naturales. Vivimos en un mundo donde los aspectos culturales están sobrevalorados, y parece que olvidamos que la cultura es una consecuencia de la naturaleza. La televisión, el móvil, el micrófono? estamos creando entidades híbridas, ya que la artificialidad también proviene de la naturaleza, son ciencias naturales. Todo emana de la tierra, la luz del sol es la única fuerza exterior. Todo lo concibo como consecuencia de la naturaleza y a menudo recurro a este lema: la cultura nos separa, la naturaleza nos une.
Otra de las características que define su obra es la interacción con el público.
-Deseo acercar el espectador a la obra, que se implique en la misma. A través de mis obras, procuro crear espacios donde el visitante halle sus propias respuestas. No quiero botar imágenes, quiero crear cuerpos, para sentirnos más parte de la tierra y, tal vez así, respetar más la naturaleza.
En alusión a la frase que da título a su retrospectiva, ¿a dónde le lleva su cuerpo?
-Ahora me trae acá (risas), pero el cuerpo me eleva al infinito. Podemos tener experiencias celestiales a través de la meditación. Allá en Brasil realizo un ritual con unos indios del Amazonas, amigos míos. Tomamos nixi pae (ayahuasca), una bebida que elaboran ellos y que ayuda a abrir la mente. Después, el canto que entonan canaliza la energía... Estos indígenas poseen una inteligencia y conocimiento de la naturaleza increíbles. La sociedad occidental puede aprender mucho de sus curas medicinales, pero las farmacéuticas tratan de piratearlas. Con todo, creo en una sociedad más justa, amorosa y alegre. Es curioso, estando aquí en Bilbao he tenido una revelación interesante...
¿De qué trata?
-Dicen que Jesucristo murió para salvarnos, y yo creo que no fue así: Jesús murió porque le mató el poder. ¿Quién se inventó esa historia de que el sufrimiento es noble? La iglesia, una entidad de poder y de control social. A lo largo de la historia, el poder ha aniquilado nuestra voluntad de vida, libertad y coraje. Pienso que Jesús expresaba la alegría, la vida, lo que me lleva a cuestionar por qué en el arte siempre hay que hablar de tristeza, dolor y muerte. El dolor es parte de la vida, sin duda, pero cuando hay amor el dolor se desvanece. La falta de amor es sinónimo de infelicidad, y nuestro estado vital es el de la alegría.
Entonces el abatimiento que impera en el contexto de crisis actual, ¿es un estado antinatural?
-Por supuesto. Pero, ¿qué crisis es esta? ¿Quién la paga y quién recibe de ella? Ahora en Río de Janeiro tenemos a la policía para abatir a las personas... La brutalidad del Estado brasileño es tal que necesitamos la informalidad, una especie de lubricación entre Estado y sociedad. Brasil está sufriendo una gran occidentalización, todo es muy aburrido ahora, no se puede hacer nada. La vida se torna un poco... formal.