bilbao. Carlos Urroz (Madrid, 1966), que dirige la Feria Internacional de Arte Contemporáneo de Madrid (ARCO) desde 2010, ofreció el martes una conferencia en el Guggenheim Bilbao en la que desveló "todo lo que quiso saber sobre el arte y nunca se atrevió a preguntar". Urroz estuvo acompañado por el director general del museo bilbaíno, Juan Ignacio Vidarte, y los coleccionistas navarros Emilio Pi y Helena Fernandino.

¿Cuál es su primer consejo para quienes quieran empezar a comprar arte?

Lo primero que yo les recomendaría es que se interesaran por los artistas de su ciudad, que visiten las galerías cercanas... Y después, que empiecen a comprar poco a poco. No es necesario adquirir un cezanne por 250. Al final, el coleccionismo es construir un patrimonio cultural entre todos, apoyando a los artistas de nuestra generación. Luego, si se tiene capacidad económica, ya se irán comprando obras más importantes.

Dentro de unas semanas se abrirán las puertas de una nueva edición de ARCO. ¿Qué supondrá la decisión de reducir el IVA al 10% en el sector del arte?

Ha sido una excelente noticia y genera confianza y optimismo en el mercado del arte, algo que se notará mucho en esta edición. Estamos convencidos de que la rebaja tendrá unos efectos muy positivos en el volumen de ventas de la feria, en el precio de las obras de los artistas y en la competitividad del sector. Han sido unos años muy duros en los que el sector lo ha pasado muy mal, pero el anuncio de la reducción del IVA nos dará un balón de oxígeno. Espero que esta medida llegue también al mundo del teatro, al cine... porque la cultura es una necesidad, no es un lujo.

Usted ha reclamado más soluciones para el sector...

Sería necesario que se armonicen también los IVA de toda Europa para que no haya tanta diferencia de precios. El problema es que no hay una legislación homogénea en todos los países de la Unión Europea. No se entiende que en Europa, donde se regulan tantos aspectos, algo como los impuestos culturales no estén homogeneizados. También sería muy positivo una ley de mecenazgo que favorezca la colaboración público-privada y que fomente el mercado del arte.

Parece que la crisis económica se va a notar especialmente en la escasa presencia institucional en ARCO.

El coleccionismo institucional todavía no se va a recuperar, pero sí esperamos este año que suban las compras de los coleccionistas eventuales españoles, que se animen las ventas.

¿Qué va a ser lo mejor de esta nueva edición?

Vamos a aprovechar el paso de los más de 150 comisarios y profesionales invitados y apostar por vender mejor a los artistas. En una tercera parte del espacio de la feria, tanto el público, como los coleccionistas o los directores de museos tendrán la oportunidad de conocer más en profundidad la obra de uno o dos creadores. Esto va a suponer también que la visita sea más relajada, no va a haber tanta información, que en determinados momentos puede apabullar al visitante.

¿Con la crisis se ha devuelto la sensatez y se ha redimensionado el valor de las obras?

Hace unos años, cuando había una gran demanda, se compraba el primer día de la feria apenas sin pensar. La crisis ha servido para seleccionar más. Algunos artistas emergentes se quedaron en anécdota; otros aumentaron su cotización. Ahora, se reflexiona, se piensa más.

Muchas galerías lo están pasando muy mal...

En la situación actual la única manera de sobrevivir es internacionalizarse. De todas formas, este año en ARCO ha repuntado la presencia de galerías en un 5% porque algunas, que en principio no se iban a animar, al final, han decidido estar.

¿Sigue siendo imprescindible estar en la feria?

Sigue siendo imprescindible estar. No hay que olvidar que no es solamente un escaparate del arte, sino un negocio, una manera de generar clientes nuevos e intercambiar proyectos e ideas con otras galerías, con museos...

En tan solo unos años, el número de galerías vascas que participan en ARCO ha descendido. Solo dos procedentes de la CAV -la bilbaína Carreras Mugica y la donostiarra Altxerri- acudirán este año. ¿Son conscientes de los altos precios que hay que pagar por participar?

ARCO es una feria que ofrece mucho, en la que invitamos a 250 coleccionistas extranjeros, a 150 directores de museos, donde hacemos una campaña de promoción internacional muy impactante... Por lo tanto es una feria de primera fila y como tal, no es barata. Pero intentamos adecuarnos a los tiempos y ofrecer todas las posibilidades que están en nuestras manos para que los stands sean más accesibles. Por eso hay descuentos por pronto pago, por fidelidad, por haber asistido más de tres años a la feria... Intentamos adecuarnos al momento económico, pero es una feria de primer nivel y eso tiene un precio.

¿A qué reto se enfrentan?

El gran reto es convertirnos en cita imprescindible en un calendario internacional cada vez más repleto de ferias. Y para eso ARCO tiene que tener un perfil distinto, para que tanto coleccionistas como directores de museos y compradores eventuales encuentren contenidos de calidad.

¿Puede dar algunas claves para disfrutar de la visita?

Creo que lo más importante para disfrutar de ARCO es venir con los ojos abiertos, con ojos de descubrir, de ver lo que traen las diferentes galerías... No hay que sentirse obligado a entenderlo todo ni a racionalizarlo.