madrid. "Sigo siendo la misma persona, con la misma ilusión y ganas de hacerlo bien". Así describe su momento actual Elena Anaya, la actriz que ganó un Goya por La piel que habito en 2011, quien, después de un descanso, vuelve a las pantallas con la coproducción hispano-argentina Pensé que iba a haber fiesta.
"Cada nuevo rodaje es un reto enorme y me entran muchos nervios", añade. ¿Y en qué ha cambiado? "Sobre todo, en que cada vez me doy más cuenta de que lo que hago es un privilegio, porque puedo vivir de ello y me aporta mucho".
En su nueva película, la actriz se lía con el ex de su mejor amiga, que interpreta Valeria Bertuceli. "Creo que es algo completamente comprensible", dijo Anaya ayer en una entrevista a Efe. Aunque también lo son, en su opinión, sus consecuencias. "Rodando juntas, decíamos: Dios mío, vamos a perder esta amistad, que es lo más importante. Por qué no hablamos. No podré explicarte y convencerte de que voy a ser tu amiga por encima de todo. Pero hay un momento en que rozas una línea en la que no hay camino de vuelta, y eso es lo que les ocurre a las dos", explica. Dirigida por la argentina Victoria Galardi, Pensé que iba a haber fiesta se rodó en cuatro semanas en un barrio burgués de Buenos Aires y casi toda la acción transcurre en una casa y en torno a una piscina. "La casa es un personaje más", señala Anaya, "una casa estupenda en un barrio perfecto, donde de repente parece que todo empieza a ir mal, y esa misma casa se convierte en un agujero por el que vamos a caer todos, y lo último que va a haber es una fiesta". Rodada con un presupuesto pequeño, la cinta se presentó en septiembre en el Festival de San Sebastián y este fin de semana llega a los cines. El descanso que la protagonista de La piel que habito se tomó después de recoger el Goya por su trabajo con Almodóvar fue en parte obligado. Pese al éxito y los premios, ningún proyecto acababa de materializarse, y así pasó un año y medio. "Sucede en la vida de muchos actores, independientemente de lo que acaben de hacer y el éxito que hayan podido tener, y más en un momento en el que parece que hacer cine es casi misión imposible y pagar una entrada para verlo también", asegura. Ahora su agenda está a pleno rendimiento, eso sí, con un marcado acento internacional. Para este año tiene previsto estrenar Todos están muertos, dirigida por su expareja, Beatriz Sanchís, y rodada en España en coproducción con México y Alemania. También ha rodado en Glasgow junto a Colin Kennedy (Swung) y está a punto de irse a Nueva Zelanda a filmar Rosa, con Ray Lawrence.