qUE la mentira y la manipulación informativa se han instalado en las relaciones políticos-instituciones y periodistas-medios es una descarnada realidad que no tiene visos de disminuir y lo más probable es que aumente el circo mediático, el manejo de los gabinetes de prensa y el mundo acojonado de los profesionales que asisten asustados al crecimiento de 11.000 expulsados de las empresas informativas, tanto públicas como privadas. Nadie garantiza que la hemorragia haya finalizado y que la recuperación empresarial pueda comenzar su nuevo ciclo de venta y producción creciente. En este asustado páramo informativo, los jerifaltes nadan como pez en el agua y encaran chulescos los encuentros con los profesionales de la información, y en este rosario de actuaciones deplorables se enmarca la última rueda de prensa del presidente español. Rajoy, que con un descaro digno de mejor causa apabulla a los periodistas asistentes con un juego de frontón y contesto si quiero y eso ya lo he dicho y no me toque más las narices que ya lo he explicado todo y usted es tonto y no entiende lo que he expuesto con meridiana claridad. Todo esto así de corrido; el mandamás evadió los temas calientes, se disfrazó de ovejita cuando pegaba dentelladas a los pocos que se atrevieron a plantarle cara y la mayoría mostró una sumisa y educada actitud. El 27 de diciembre quedará en los anales negros del periodismo estatal por las numerosas preguntas no contestadas, los continuos rehusos de quien debe cumplir con el democrático ejercicio de informar a través de los medios y por las numerosas claudicaciones pasando sobre ascuas por asuntos de actualidad. Convertir la comparecencia en mero trámite es un desprecio a la ciudadanía y un claro ejemplo de la calidad democrática que anida en algunos corazones de importantes personajes.