Es tiempo de echar una mirada a lo acontecido en nuestro contexto en materia cultural durante el pasado año. Sólo tengo que ojear las más de cuarenta columnas escritas por mí en 2013 para hacerme una idea de ello. Pues en el fondo este espacio no deja de ser una crónica de las políticas culturales de Vitoria. En enero del pasado año, en mi primera columna, apuntaba algo que creo que se ha cumplido: "La crisis de este estado de bienestar la estamos viviendo como las etapas de un duelo por la pérdida de alguien. Veamos: la primera fase es la del desconcierto e incredulidad. Es la primera reacción ante la noticia: esto no nos está pasando a nosotros. Negamos la realidad, nos alejamos del hecho para intentar paliar sus efectos. Por esta fase ya hemos pasado. Mientras la crisis atacaba el estado de bienestar, estábamos en estado de shock. En la segunda fase nos sumimos en una tristeza profunda y respondemos con agresividad. Se producen reacciones de descontento, de rabia, incluso ante quienes nos rodean, angustiados por ser los protagonistas de una desgracia le echamos la culpa a los que nos rodean. Algunos ya han pasado por esta fase. Pero el estado de bienestar disminuye. En la tercera nos toca vivir la desesperación y depresión. Con apatía, tristeza y fragilidad, nos vamos haciendo a la idea de la pérdida. Nos abocamos a la silenciosa resignación. Aquí creo que estamos todos ahora mismo. Y el estado de bienestar sigue menguando. En la cuarta, toca la aceptación de la situación. Va reapareciendo la necesidad de centrarnos en nuestras actividades, de abrirnos al mundo, de luchar. De buscar soluciones. De dejarnos de lamentos. Asumimos la pérdida pero miramos el mundo con optimismo centrándonos en construir nuevos proyectos?"
Bien, creo que en 2013 muchos ya nos hemos resignado, hemos aceptado la situación y hemos construido -o afianzado- múltiples proyectos. Pues tenemos más que asumido que tanto la Diputación como el Ayuntamiento están interesados en incentivar y apoyar una cultura unida sólo al turismo cultural, al consumo. Y, como hemos repetido hasta la saciedad, si vemos lo cultural sólo como un recurso para atraer turistas, todos las actividades generadas desde esa perspectiva deberían de ser cubiertas por los departamentos de Turismo o de Promoción Económica dejando en paz al de Cultura. Bien, esto no es así. No sé por qué razón esta ciudad de tamaño intermedio, sin demasiados atractivos para los turistas, se empecina en apostar por el turismo invirtiendo en ello ingentes cantidades de recursos. Debería centrarse en hacer la vida de sus ciudadanos mejor, más sostenible, más equilibrada, más culta. En cualquier caso hay colectivos, cada vez más, que están generando iniciativas en sus locales y que funcionan: atraen gente, tienen nivel de contenidos. Y esto es así sobre todo en la música y el teatro. Por ejemplo, el colectivo Monstrenko, el nuevo espacio Baratza, la escuela de teatro Ortzai...