En el año que está a punto de comenzar se cumplirán dos décadas desde la Catedral Santa María cerró sus puertas al público ante el peligro que suponía su estado. La amenaza era evidente y la idea de que el edificio se viniera abajo estaba sobre la mesa. Desde entonces, muchos son los pasos que se han dado para dar la vuelta a la situación, para recuperar el templo como punto de encuentro cultural y también religioso, un proceso que, de manera novedosa, se ha hecho a la vista del público, compaginando obras y visitas a la par que otras actividades como conciertos, conferencias, representaciones teatrales... El enfermo sigue teniendo achaques y la verdad es que necesitará cuidados sine die, pero en este camino ha habido momentos importantes que han marcado lo que se espera sean puntos sin retorno para asegurar el futuro del proyecto. La terminación del pórtico, por ejemplo, fue uno de ellos. Ayer se vivió otro.
El pasado febrero, cuando comenzaron las obras, Juan Ignacio Lasagabaster, responsable de la Fundación Catedral Santa María, definía en estas páginas la construcción de la bautizada como Bóveda del Milenio como un "gran mecano", un puzzle único por sus dimensiones y también por el método utilizado para construirlo. De hecho, desde el siglo XVIII no se hacía algo parecido por lo menos en cuanto a sus dimensiones. Y han sido necesarios no pocos meses y esfuerzos, pero la última pieza ya está colocada.
Ante un numeroso grupo de invitados, entre los que se encontraban varios de los ex presidentes de la fundación como Ramón Rabanera y Lorena López de Lacalle o mecenas de la Catedral como DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, el templo vio cómo se colocaba la última pieza de una bóveda que ha cambiado la fisonomía del templo y que cubre las criptas visitables conformando el piso elevado de su presbiterio.
El resultado final está formado por 348 piezas de piedra caliza negra de Markina, alguna de ellas con un peso superior a 1.300 kilos, como es el caso de la clave central de 2.200. Todas han sido montadas y ajustadas "en un alarde constructivo sin parangón desde el siglo XIX en la construcción de fábricas de cantería". Sobre esta superficie, justo en el centro del crucero, se montará en breve el altar mayor de piedra del siglo pasado que se ha podido recuperar.
De hecho, el templo va a empezar ahora a ir sumando elementos del mobiliario y otros detalles que marcarán el aspecto futuro de Santa María. Llegará, por tanto, el por dos veces aplazado momento de la apertura al culto de la Catedral, una fecha que la fundación ha dejado en manos sólo del Obispado (cabe recordar que el último día elegido era este domingo 8, aunque al final no será así).
En lo que respecta a los aspectos técnicos, los responsables de la recuperación del edificio explicaron que el trabajo sobre la bóveda se inició con el montaje de los arcos perimetrales que han formado las escalinatas que permiten subir al espacio central del altar mayor. Tras ellos se montaron los arcos diagonales y los tramos intermedios que forman la superficie principal de ese espacio. Todo este conjunto se ha montado sobre la cimbra, que es la plataforma de madera que da forma a la cara inferior de la bóveda. A su vez, esta plataforma se apoya en una estructura metálica que descansa sobre el fondo de la excavación arqueológica del transepto. La forma de esa cara inferior de la bóveda será poligonal.
Esta cimbra está dotada de un sistema de regulación de altura para permitir ajustar los niveles de la bóveda durante su montaje, y para facilitar su retirada en el momento en que esté endurecido el mortero de cal con el que se rellenarán las últimas juntas entre las piezas.
A continuación, durante los próximos días se terminará de pulir el presbiterio y se procederá al desmontaje final de las estructuras metálicas que se han utilizado para el movimiento de las dovelas.