madrid. Tenaz y soñador, como el auténtico caballero de la Mancha, Terry Gilliam ha vuelto a resucitar el proyecto maldito de Don Quijote, una película que lleva más de 20 años tratando de sacar adelante. Salvo molinos de viento gigantes, el cineasta británico ha tenido que hacer frente a todo tipo de infortunios -tormentas apocalípticas, batallas financieras o achaques de salud de los protagonistas- en la persecución de su gran sueño creativo. Aunque quizá lo más inaudito, a sus 72 años -cumplidos el pasado viernes-, sea precisamente haber logrado mantener el empeño para volverlo a intentar. "Es un tipo que no logra ver las cosas como las ven los otros. Exactamente como yo. Don Quijote soy yo", ha llegado a afirmar Gilliam.

Numerar las veces que lo ha intentado -tres, siete, diez- depende de lo que cuente como intento. De lo que no hay duda es de que en una ocasión, en el año 2000, estuvo muy cerca de lograrlo. Con un reparto formado por Jean Rochefort (Quijote), Johnny Depp (Sancho) y Vanessa Paradis (Dulcinea), y un presupuesto de 32 millones de dólares, Gilliam se lanzó a rodar en tierras de Navarra. La aventura del rodaje de The Man who killed don Quixote duró exactamente seis días, tal y como cuentan Keith Fulton y Louis Pepe en Lost in La Mancha (2002), un documental que iba a ser el "making off" y acabó convertido en un "cómo no se hizo". Los estruendosos vuelos de aviones del Ejército cruzando el desierto de Las Bárdenas en plenas tomas y los extras que no habían ensayado no fueron nada comparado con lo que vino después: lluvias torrenciales que se llevaron por delante decorados y equipos, y una doble hernia discal que impidió a Rochefort continuar el rodaje.

En 2008 Gilliam reflotó el proyecto y fichó a Robert Duvall como don Quijote. En principio Depp seguía en el barco, pero su agenda rebosante de proyectos (Alicia en el país de las maravillas, The Tourist o la cuarta Piratas del Caribe) hizo que lo sustituyera Ewan McGregor. Todo estaba a punto y el equipo llegó a viajar a Segovia para buscar localizaciones, pero desapareció la financiación y Gilliam se vio una vez más en la casilla de salida.

Del nuevo proyecto, sólo se sabe que está previsto que se ruede en Canarias. No parece probable que Depp vaya a estar en el reparto, dado que el actor anunció hace un año un acuerdo con Disney para hacer su propia versión. Está por ver quién acaba antes con la maldición del Quijote, un mito al que también ha contribuido el intento fallido de Orson Welles, que pasó dos décadas dando vueltas al proyecto, o el de Gary Cooper, que en 1960 formó una sociedad con el productor Samuel Bronston para realizar una película sobre el personaje cervantino, pero no llegó vivo al rodaje.