'El huésped de la noche' es resultado de un proceso que arrancó en 1995 con el libro de relatos editado en euskera 'Piztiaren izena',

No, en esta tercera etapa lo único que he realizado han sido labores de corrección y de estilo, de partes que a mí no me funcionaban muy bien. Han sido las típicas correcciones que se dan cuando topas, años después, con un texto tuyo, algo que no suele suceder.

Precisamente, ¿cómo se ha encontrado un texto que ya cuenta casi con 20 años de vida?

Cuando escribí esta obra, y cuando posteriormente la retomé para su edición en castellano, yo estaba trabajando en un determinado material narrativo, lo que ha provocado que ahora, que estoy trabajando otros textos muy distintos, al leer de nuevo el relato, éste me haya resultado extraño y lejano. Por una parte me producía extrañeza, en el sentido de que ese texto hubiera sido escrito por mí, y por otra, una cierta sonrisa al pensar en las cosas que hacía hace 20 años.

¿Qué tiene el mito de Fausto que tanto atrae a creadores y literatos? ¿Quizá el hecho de saber que sí venderían su alma al diablo por el conocimiento casi infinito?

El mito de Fausto tiene algo fundamental en todos los procesos creativos y en aquellos en los que el hombre pretende conocer los entresijos de en qué consiste la vida. Las versiones son muy distintas según el autor que se tome como referencia. En el caso de Marlowe, es el acercamiento al conocimiento teológico, en el de Goethe es conocimiento científico y en el caso de Thomas Mann es el artista el que vende su alma al diablo para conocer los secretos del arte. Se da la circunstancia que estos tres faustos obedecen a la época en la que cada uno de sus escritores cuenta el mito. Con esto quiero decir que, según las épocas, los mitos van adquiriendo nuevas formas y transformaciones según cuales sean las preocupaciones principales de la sociedad de turno.

En su caso, el gran cambio se produce en el hecho de que la protagonista sea mujer, ¿qué matices nuevos saltaron a la pluma con esta alternativa femenina?

En los tres casos del mito de Fausto que ya he citado, al estar centrados en la figura de un varón, se centra también en la perspectiva masculina, con sus resortes y modos interpretativos. Al centrarlo en una mujer, la ambición de ese mito de Fausto, tan varonil, se difumina hasta el punto de que la mujer lo único que pretende es la felicidad cotidiana, sencilla, de todos los días, Esa perspectiva de sencillez y cotidianeidad, de vivir la vida diaria de la forma más sencilla, algo que se le niega a su condición de mujer, es lo que propicia que ella esté dispuesta, en un momento de desesperación, a vender su alma al diablo.

Tanto las reseñas de la primera y segunda edición, como la que se prepara ahora, coinciden en señalar una frase: "Esos caminos que hace tiempo dejaron de ser de Dios", haciendo referencia al transitar de la protagonista. Si ya en la Edad Media, época en la que se sitúa la acción, los caminos no eran de Dios, no quiero ni pensar como serán hoy en día...

Los caminos dejan de ser de Dios cuando se invocan otros intereses espurios que tratan de establecer, en nombre de Dios, un código absolutamente humano dirigido a beneficiar a quien rige los destinos de la sociedad. En definitiva que los caminos dejen de ser de Dios significa que dejan de ser la justicia y de la dignidad humana. Y efectivamente, ahora estamos muy mal.

¿La esperanza frente a esos caminos malversados es la opción tomada por la protagonista, que pone los sentimientos como el norte a seguir?

Sí, a fin de cuentas, cuando el sentimiento más espontáneo se impone es cuando la protagonista logra, no la felicidad perfecta o definitiva, sino una felicidad que se va adecuando al día a día y al devenir de las circunstancias de su vida, que nunca son del todo felices y plenas. Al ser consciente de que la felicidad no va a ser plena porque la persona de la que está enamorada es un pobre hombre normal, es cuando se da cuenta de que esa persona es la que le va a procurar la poca o mucha felicidad que una vida es capaz de darte.

Cuando dicen de Anjel Lertxundi o lee que es uno de los grandes renovadores de la narrativa en euskera, ¿qué siente, que piensa?

No sé... He escuchado y leído muchísimas veces esa frase, lo que le lleva a uno a encontrarse en las redes de un cliché. Por supuesto que yo quisiera ser un renovador de la narrativa vasca, no sé si lo soy, pero el empeño sí es ese. A fuerza de que el cliché esté sonando una y otra vez, en lugar de conformarme con escucharlo, lo que pretendo es tratar de alcanzar o lograr lo que haya de verdad en ese cliché. Eso significa que cada una de las cosas que vaya haciendo de hoy en adelante, también, deben ir encaminadas a conseguir que, algún día, ese cliché sea cierto.