Hace tres años, en septiembre de 2010, lo que hoy es una realidad con un futuro ilusionante estaba dando sus primeros pasos en una tierra como la alavesa donde el canto coral está muy arraigado en el ADN de cualquier punto del territorio. El proyecto significaba ir más allá, poner los cimientos de algo que, hasta ese momento, no existía en la provincia aunque sí en Bizkaia y Gipuzkoa. Un año después llegó el primer concierto y hoy el futuro, aunque lleno de retos y exigencias, se presenta ilusionante. Son voces en crecimiento.

Puede que algunos no sepan muy bien en qué se diferencia un coro sinfónico de otro tipo de formación vocal. En realidad se trata de una numerosa masa coral que se dedica al género sinfónico coral, es decir, a interpretar obras como puede ser el caso del Réquiem de Mozart. "Hace tiempo que empezamos a realizar actuaciones conjuntas entre el coro del conservatorio y otras agrupaciones, sobre todo de Vitoria. Fueron unas experiencias muy gratificantes y empezamos a darle la vuelta a la idea de hacer algo diferente", recuerda el profesor y, como él mismo dice, facilitador, Luis García Beltrán de Guevara.

Dicho y hecho. Desde el Jesús Guridi se dirigieron a la Federación de Coros de Álava para hacer una llamada a toda la gente que quisiera reunirse para dar vida a un nuevo proyecto, el Coro Sinfónico de Álava. "La idea era sencilla, hacer un concierto diferente en el sentido de afrontar un reto más complicado, con un repertorio propio de este tipo de agrupaciones, con una orquesta... era salirse de lo habitual, de lo que los coralistas, por las limitaciones formativas, están habituados a hacer en sus agrupaciones".

La federación alavesa no sólo respondió al ofrecimiento sino que además se entusiasmó con la propuesta. Así que se realizó una primera convocatoria a la que acudió más de un centenar de personas "y eso que al principio pensábamos que iban a venir 20 o 30", recuerda con una sonrisa Beltrán de Guevara.

"El problema era qué repertorio se establecía porque técnicamente tampoco estábamos muy preparados. Llevar tantos años cantando en coros hace que la gente se relaje un poco, interpretas lo típico y sigues casi por inercia, pero a nivel musical cuesta un poco motivar a la gente. Así que dijimos: vamos a ir a lo grande y aunque lleguemos sólo a la mitad seguro que conseguimos un nivel técnico aceptable y dar un concierto que genere ilusión". Y no se lo pusieron fácil a sí mismos. Bajo la dirección de Nagore Alangua se empezaron a trabajar selecciones del mencionado Réquiem en re menor, K. 626 de Mozart, y de la Misa en si menor de Bach. "Sabíamos que no era algo alcanzable para nosotros, pero el hecho de que la gente se viese capaz de cantar este tipo de composiciones fue y es una gran ilusión".

Así se llegó a ese 30 de junio de 2011, a un concierto que no hizo más que convencer del futuro del proyecto y que ha tenido su continuidad en otras actuaciones donde se han incluido partes del Carmina Burana de Orff. "Y ahora estamos pensando hacer el Réquiem en re menor, Op. 48 de Fauré", adelanta Beltrán de Guevara.

Trabajo incansable Hoy, el Coro Sinfónico de Álava está compuesto por entre 80 y 85 personas, todas ellas voluntarias. Aquí la frase de por amor al arte cobra su sentido completo, también en el caso de la directora. Eso sin contar el gasto en desplazamientos para los ensayos y otras cuestiones.

Por lo general, los miembros de la agrupación, que en breve contará con unos estatutos y una junta para después federarse, se reúnen una vez al mes (sábados a la mañana), aunque si hay una actuación cerca el ritmo de preparación se incrementa. Entre encuentro y encuentro, la tecnología también sirve para no perder el hilo entre las obligaciones diarias de cada componente porque "les grabamos unos midis, cada uno se lo lleva a casa y hace lo que puede", ríe el también coralista. "Cada paso cuesta mucho y es evidente que lo ideal sería hacer un ensayo semanal, pero es evidente que es imposible. La clave para que esto esté funcionando es que la gente está muy comprometida, sacrifica muchas cosas, se aprende las partituras aunque en muchos casos no se sepa música... eso tiene mucho mérito. Además, les exiges para mejorar la calidad, y no les importa".

"Ahora estamos en un doble camino. Por un lado, tenemos esa ilusión por cantar obras sinfónicas. Y por otro, está hacer un proyecto a largo plazo en el que se incluya a toda la gente de Álava, también con respecto a las escolanías, que tienen que ser las filiales de este proyecto. Y hay que seguir mejorando a través de los seminarios, talleres y cursos que organizamos. No se trata de dar un concierto y ya está, sino de exigirnos siempre un poco más", apunta el profesor, que tampoco se olvida de un elemento esencial para un coro sinfónico: la orquesta.

Alberto Sáez es quien lleva la batuta de los 60 músicos (alumnos y ex estudiantes del Jesús Guridi junto a profesores del conservatorio gasteiztarra y de Musikene), otra "amalgama de gente a la que le gusta tocar y que acude de manera voluntaria" para encontrarse con un repertorio no muy habitual tampoco para ellos y ellas.

Con la idea de que "me van a exigir y tengo que dar lo mejor", Beltrán de Guevara tiene claro por dónde va el futuro del proyecto: "somos conscientes de que tenemos nuestras limitaciones pero hay que ir poco a poco subiendo el nivel, generando también cantera... El objetivo es formar para mejorar en calidad, para que la gente se vea capaz de hacer cosas que hasta hace no tanto pensaban que eran imposibles".