Vitoria. Peter Gabriel, el visionario exGenesis, va diciendo por ahí que tiene "varias ideas" para grabar un disco con canciones inéditas, al parecer en torno al piano como instrumento principal, pero mientras se decide podemos disfrutar de un CD en el que David Byrne, Arcade Fire, Paul Simon, Brian Eno o el fallecido Lou Reed, entre otros, reinterpretan sus canciones. El proyecto, titulado I´ll scratch yours (Real World.Caroline), completa un disco previo en el que Gabriel hacía versiones de estos músicos famosos. "Soy, sobre todo, un compositor, por ello es un placer escuchar estas canciones cantadas por algunos de mis artistas favoritos", indica el autor de Games without frontiers.

Gabriel (Surrey. 1950) no es el más prolífico de los músicos. Su último disco original, si exceptuamos recopilatorios, directos, trabajos de versiones o participación en bandas sonoras, es Up, publicado hace 11 años. Hace tres, el antiguo cantante de Genesis, que debutó en solitario en 1977, editó Scratch my back (algo así como Ráscame la espalda), tras ocho años de ausencia de los estudios de grabación. En aquel disco, previo a New blood, en el que revisó sus éxitos con una orquesta, hacía versiones de algunos de sus músicos favoritos, pasados y contemporáneos.

Ahora acaba de editarse And I´ll scracth yours (Y yo te rascaré la tuya), disco en el que buena parte de aquellos músicos participan en el proyecto con versiones de Gabriel. No están ni Radiohead, Neil Young, David Bowie o Ray Davis, pero sí el resto en este trabajo que se ha editado en dos versiones: en CD único con las versiones o en un pack completo con el CD previo grabado por Gabriel. "En vez de hacer el típico disco de versiones, pensé que sería mucho más divertido crear un nuevo proyecto donde los artistas interactuaran entre ellos e intercambiaran una canción suya por otra. Por ejemplo, tú haces una versión de un tema mío, y yo de uno tuyo, de ahí el título de estos discos", ha indicado Gabriel.

Aunque el proyecto "ha costado en completarse algo más de lo previsto" debido a las agendas de los participantes, Gabriel alaba su filosofía y destaca su resultado. "Nunca sabes qué hará la gente con tus canciones pero, en este caso, he trabajado con gente maravillosa y ha sido muy fácil. El resultado es impresionante", según el británico, que asegura haberse sentido cómodo manteniéndose al margen de la interpretación. "Siempre he pensado en mí mismo como un compositor, por lo que ha sido un verdadero placer sentarme al fondo y escuchar estas canciones cantadas por algunos de mis artistas favoritos. El proceso de crear canciones es excitante y mágico, es lo que me llevó a la música", apostilla.

I´ll scracht yours , que incluye una docena de versiones, es un más que digno homenaje a Gabriel a pesar de sus ausencias, no todas justificadas. Y un disco que salta de las versiones fieles y devotas a las más rupturistas y heterodoxas. Igual de ecléctico se muestra estilísticamente, ya que mientras David Byrne traslada la conocida I don´t remember a la pista de baile, con un latido claramente funk, Bon Iver transforman Come talk to me en un pieza folk delicada con la voz angelical de su líder, Justin Vernon.

En el caso de Regina Spektor, transforma esa impresionante oda a la unión de una pareja que es Blood of eden, en pop liderado por el piano, mientras que Feist, con ayuda de Timber Timbre, alterna versos en la esperanzada Don´t give up, que Gabriel compartió con Kate Bush, con algún cambio vocal en el estribillo pero la misma pegada pop a pesar de su acompañamiento minimal. Más acomodados resultan Arcade Fire, que no insuflan pasión a Games without frontiers; el viejo Paul Simon, que hace sonar acústica y sin épica la comprometida Biko; o Elbow, que apenas introduce novedades en Mercy street, joya que resiste cualquier tratamiento.

lo mejor Si versionar es recrear lo ya existente, hay varios autores que se salen con la suya; y con nota. Como el fallecido Lou Reed, en la que será su última grabación, que traslada a las alcantarillas de la urbe, entre guitarras tensas y la experimentación sonora de la Velvet, el mítico Solsbury Hill; los brochazos de electrónica ochentera de Stephen Meritt (Magnetic Fields) a Not one of us; la visión swing del enorme Randy Newman a Big time; o la radicalidad de Brian Eno (capas de sonido, bucles, atmósfera insana y letra recitada) en Mother of violence y de Joseph Arthur, que apuesta por la ambientación y lastra de ritmo la conocida Shock the monkey. Visiones diferentes para un repertorio común, tocado por la magia de uno de los músicos más interesantes de las últimas décadas.