En la noche del pasado domingo, el periodista televisivo Jordi Évole llegó a la programación de la nueva temporada en La Sexta y pegó un pelotazo de órdago, llevándose casi cinco millones de telespectadores que dijeron una vez más sí a una forma de entender el periodismo social televisivo, el tratamiento visual de escenas, secuencias y personajes y de posicionarse frente a la actualidad y sus personajes con distancia crítica que aporta valor añadido a las imágenes de Salvados. La singular manera de preguntar, de inquirir la actualidad, de posicionarse frente a los entrevistados le ha granjeado un sello especial que acepta, tolera y apoya la audiencia mayoritaria del programa que aplaude la valentía, desparpajo y fingido despiste de un bisturí certero en la larga travesía de la crisis que nos azota, marea y perturba. Uno de los aciertos clásicos narrativos de este programa asentado en la parrilla es el de la elección de personajes a entrevistar, y el entrevistado del primer programa fue un acierto, una oportuna elección del tipo, de puesta en escena y de búsqueda de momentos calientes en las declaraciones del académico y periodista Arturo Pérez-Reverte que resultó una mina de ideas, interpretaciones, sensaciones y autoridad moral hablando del hoy y ayer con claridad, certeza e impacto, construyendo entre ambos un espacio emotivo para la transmisión de interpretaciones, análisis y sentencias que quedarán como ejemplo de una excelente entrevista en la tele. Una vez más, Jordi Évole, llegó, montó chiringuito, construyo historia, nos la contó y convenció. Que no decaiga la fiesta. A partir de este momento, Ana Pastor no podrá quejarse; le han colocado un poderoso tractor de audiencia para tirar de los espectadores y mejorar sus objetivos, que la cosa no va muy boyante. ¡Qué suerte, nena¡