madrid. El cine se nutre de la realidad para contar historias que son pura ficción. El último ejemplo, El quinto poder, que narra la increíble historia de WikiLeaks con el actor de moda a la cabeza, Benedict Cumberbatch. Pero ni él ha logrado que a Julian Assange le guste la versión cinematográfica.
Cumberbatch presta su inquietante rostro y se mimetiza con Julian Assange, de quien ha copiado hasta el último gesto para lograr una interpretación en la que el espectador tiene la sensación de estar viendo al fundador de WikiLeaks en la pantalla. Algo que no ha apreciado Assange, que se ha negado a reunirse con el actor británico y que incluso le ha enviado una carta en la que le dice que el filme no está basado en la verdad. Pero lo que probablemente no ha gustado a Assange es el retrato que la película hace de él, como una persona egocéntrica, asocial y con un afán desmedido de protagonismo.
El filme, dirigido por Bill Condon (Dioses y monstruos), trata de destapar la personalidad de Assange más que contar la historia de unas filtraciones ya conocidas por todos. La divulgación a través del portal de WikiLeaks de informaciones confidenciales de diversos gobiernos llegaron a su punto culminante cuando publicó decenas de miles de documentos de la política exterior de EEUU. La película se centra en la actividad de Assange al frente de WikiLeaks hasta ese momento, obviando los problemas judiciales posteriores del australiano, que se encuentra asilado en la embajada ecuatoriana en Londres desde que el Reino Unido concediera su extradición a Suecia, donde está acusado de delitos sexuales. Y cuenta con detalle su relación con Daniel Berg -interpretado por Daniel Brühl-, el informático alemán que le ayudó a poner en pie WikiLeaks.
El guión se basa en dos libros críticos con Assange, uno de ellos Inside Wikileaks, de Berg, y el otro, Wikileaks, de dos periodistas de The Guardian. Dos versiones de una historia que Condon cuenta en toda su complejidad, la de una soberbia puesta en escena por parte de una mente tan brillante como retorcida, un hombre con carencias emocionales que volcó toda su energía en un proyecto tremendamente ambicioso. Porque Assange, según muestra la película, estaba obsesionado con denunciar el ocultismo con el que funcionan los gobiernos de todo el mundo, sin discriminación por tendencia política o por nivel de poder.