Ayala. Tomar una fotografía hoy día se ha convertido en un juego de niños, gracias a los avances tecnológicos, y las personas que quieran destacar en este campo artístico -bien sea por afición o por profesión- lo tienen realmente difícil, porque no se trata solo de captar buenas instantáneas, sino de que éstas tengan criterio y alma. En definitiva, de que sean personales. Pero ¿cómo se logra eso? La respuesta a esta pregunta la va a revelar el prestigioso fotógrafo catalán Tino Soriano.

Y es que el docente experto de la National Geographic Society ha sido invitado por el proyecto ayalés Blackkamera para impartir, este fin de semana en Ayala, un taller sobre la importancia del estilo y la mirada en el reportaje fotográfico, que pretende "profundizar y reconocer las cualidades que poseemos, para aplicarlas en las imágenes personales. Puesto que fotografiar es describir el mundo desde una óptica propia, el estilo fotográfico debería ser el resultado de un proyecto de vida", apunta Josu Zaldibar, coordinador de los cursos de la agrupación.

El curso tendrá lugar sábado y domingo, a lo largo de 16 horas, y está cerrado a las 18 personas que se han inscrito. Sin embargo, los interesados en oír los consejos del poseedor de cinco Humanity Photo Award de la Unesco, del Lente de Plata mexicano, y del Premio Canon-Europa de la OMS, así como de cinco distinciones Fotopres, del galardón humanista The Essence of Humanity de Nueva Zelanda y del premio foto periodístico más prestigioso del mundo, el World Press Photo, concedido en 1999 en la categoría Arte, no tiene más que acercarse a las 19.30 horas de hoy al salón de plenos del Ayuntamiento de Ayala, sito en la localidad de Respaldiza.

Soriano va a ofrecer allí una charla abierta que supondrá el punto de partida para los talleres del nuevo curso de Blackkamera. En la cita, el también ganador del premio Jaume Aiguader i Miró 2006, disertará en torno a las tendencias actuales del fotoperiodismo, desmintiendo el mito de que "ser fotógrafo nunca fue tan fácil" y dando la bienvenida a lo que él denomina El club de los sufridores.