Tras un mes de espera, las dos grandes salas subterráneas de exposición con las que cuenta Artium vuelven a abrirse al público desde hoy. Lo hacen inaugurando al mismo tiempo las muestras que protagonizarán este final de un año que en lo económico y laboral está siendo para el museo incluso peor que los anteriores, y eso que superarse parecía complicado. Claro que siempre 2014 puede sumarse a la fiesta. Pero antes de que el pesimismo de los recortes, las bajas voluntarias, los juicios con parte del personal del área de Educación (ya ha habido una primera sentencia), la prohibición de adquirir más fondos para la colección, el descenso de actividades paralelas y otras consecuencias de los ajustes de lo público a cuenta de la crisis se adueñe del centro, el museo intenta que lo importante siga siendo el arte.

En ese empeño, esta nueva temporada expositiva ofrece dos alicientes que suponen vivir "un momento emocionante", según Daniel Castillejo, director del espacio. Por un lado porque Artium acoge la primera exposición en Europa del artista mexicano, aunque residente en Estados Unidos, Enrique Chagoya. Palimpsesto caníbal permanecerá en la capital alavesa hasta el próximo 12 de enero del próximo año para revelar una mirada propia e irónica a la política, la sociedad, la economía, el colonialismo, la religión, la migración, la cultura... en definitiva, la vida. Por otro, porque junto a ello el centro le ha abierto las puertas de su colección al artista y comisario gasteiztarra Juan Luis Moraza para bucear a su anchas por los fondos a la hora de componer Tesoro público (economías de realidad), que se podrá visitar hasta el 31 de agosto de 2014. En definitiva, dos apuestas excesivas en casi todos los sentidos, sin que la utilización de la palabra quiera sonar de manera peyorativa.

En un tiempo especialmente corto se ha preparado el recorrido por la obra de Chagoya, que sin querer ser una retrospectiva, sí se asemeja a una amplia carta de presentación. Al fin y al cabo, como el propio autor reconoce, fuera de las fronteras norteamericanas su obra es poco conocida, incluso en su México natal.

A partir de un viaje de Castillejo al otro lado del Atlántico nació el contacto entre Artium y el artista, una relación que se ha convertido en exposición en pocos meses gracias a la labor de Blanca de la Torre en lo que ya es su último trabajo para el museo, por lo menos dentro de su estructura laboral.

Grandes dosis de sentido del humor y una impronta decisiva del cómic y del pop art marcan el camino de Palimpsesto caníbal, un trabajo que ni siquiera en sus representaciones más relacionadas con la vida diaria de USA en lo que se refiere, por ejemplo, a determinadas figuras políticas pierde el contacto con el espectador de este lado del charco.

Desde un punto de vista incómodo y crítico, más allá del uso del humor, el artista retrata a una sociedad que lucha contra sí misma, no se sabe muy bien si porque es lo natural y no sabe hacer otra cosa o porque no quiere cambiar su modo de ser aunque pueda.

Iconos reales y ficticios, desde mexicanos borrachos cuya unión configuran la imagen de un dólar hasta presidentes vestidos de vaquero pasando por actores perdidos en universos imposibles, se van dando el relevo en un recorrido repleto de detalles, en ocasiones casi minúsculos en otras cercanos a lo muralístico.

Destacan, eso sí, dos formas de hacer, cuando menos, atrevidas. Por un lado, el espectador se encuentra con varios de sus códices al modo azteca, grandes tiras que se convierten en historieta para ahondar en temáticas de calado. Tanto que alguna de sus piezas ha sufrido algún que otro ataque en Estados Unidos al expresarse sobre cuestiones como la religión y su postura hacia la homosexualidad.

Por otro, se encuentra la serie de grabados que se recogen en la exposición y que remiten a los inicios de Chagoya en el arte. "En 1983 vi los grabados de Goya. Me quedé fascinado. Sin embargo, pensaba que nunca iba a tener uno, así que se me ocurrió que lo mejor era hacer mi versión". Dicho y hecho. Eso sí, en el caso del artista mexicano el humor y el uso de iconos de la actualidad son, de nuevo, la marca de la casa.

A grandes rasgos, así se configura un estreno que Europa que extraña que no se haya producido con anterioridad. Nacido en Ciudad de México en 1953, Chagoya cambió su labor social por la creación artística, cruzó la frontera y se estableció en San Francisco, más allá de realizar un par de estancias en París. En la actualidad, además, es profesor de Arte e Historia del Arte en la Universidad de Stanford.

En paralelo Si la sala Norte del museo es casi por completo para el artista mexicano (a excepción del espacio reservado para el programa Praxis que ahora está tomado por Tania Candiani) la sala Sur, como siempre, es propiedad de la colección permanente de Artium, que se enfrenta desde hoy a su enésima revisión.

En este caso, el que lanza la mirada es Juan Luis Moraza, que muestra esta vez su faz de comisario para llevar a cabo una labor que no es la primera vez que un museo le pide. El último fue el Reina Sofía. Lo hace hacia unos fondos donde su faceta de artista (también la tiene de profesor universitario) está representada.

"Moraza ha metido la batidora en la colección dando como resultado un caos ordenado", describe con media sonrisa Castillejo, mientras el aludido recuerda su intención primera de sacar a la luz las más de 3.000 obras de arte que componen los fondos, algo imposible no ya por cuestiones espaciales sino también monetarias. Aún así, ¿eso sucederá algún día?. De hecho, ¿sería bueno que pasase?

Pero más allá de preguntas sin de verdad relevancia, Moraza juega con el concepto de tesoro para plantearse diferentes cuestiones sobre el patrimonio, el papel de los museos en el siglo XXI, el valor (en los distintos significados de esta palabra) del arte... Se presentan así las paradojas y contradicciones propias del sistema establecido.

Tal vez no lo haya pretendido así, pero el comisario abruma. Lo hace con la amplia selección, con el montaje de la muestra, con los debates que sugiere, con lo que cada pieza expresa en sí misma y lo que conlleva al enseñarse rodeada como ahora... Eso no significa que la aglomeración produzca rechazo, sino que requiere tiempo.

Unas 350 piezas se dan cita en Tesoro público (economías de realidad), obras en buena parte todavía no mostradas en Artium y pertenecientes a unos 250 autores. Creaciones que responden a distintos momentos, técnicas, formatos, temáticas, intereses... pero cuya elección no se realiza a través del azar o el capricho, ni mucho menos. Tampoco la colocación y distribución de lo elegido.

"Si cada obra fuese una neurona, ésta sería una exposición sináptica", apunta Moraza, que abre el cofre que es el museo para indagar en el valor del tesoro, de una colección que tiene su vertiente artística pero también económica, social, política, si es que se puede separar unas cosas de las otras.

A partir de ahí, entrar en la sala es un constante bombardeo de estímulos y referencias, un caminar que, eso sí, se asemeja por momentos a una demostración práctica de una clase de arte contemporáneo. De todo ello, a buen seguro, Moraza hablará mañana a las 12.30 horas en el museo, donde ofrecerá una conferencia que tendrá su precedente hoy a las 18.30 horas de la mano de Enrique Chagoya.

Ambos se citan un museo alavés que en su parte exterior sigue desarrollando los programas Grey Flag y Mutatis Mutandi, mientras que en su interior también presenta a la mencionada Tania Candiani y abre ahora la muestra educativa Radio Libre. Pedagogías de imágenes relacionadas y la bibliográfica Premios Pritzker, viaje por la arquitectura contemporánea.

Además, con la inauguración de este fin de semana (en el que se aplica la tarifa Tú decides) se pone también en marcha la agenda paralela de Artium, un programa de actividades que aunque muy afectado por la crisis contará con ciclos de cine, congresos, cursos, sesiones de Dj y otros ciclos ya veteranos, como sucede en el caso de Letras para el Arte, que el próximo día 9 contará, a partir de las 19.30 horas, con la presencia de la escritora Karmele Jaio. Y es que puede que los cimientos económicos y laborales del centro vivan de sacudida en sacudida, pero los culturales todavía aguantan los envites.