tras el parón veraniego, arrancan de nuevo los cientos de cursos y actividades en los Centros Cívicos de nuestra ciudad. Abandonar el sillón televisivo y sumergirse en actividades grupales reconfortantes, contribuye siempre a nuestra salud mental y física. Hace meses parecía que la tijera de los recortes se iba a abatir con saña sobre estas ejemplares infraestructuras. Pensábamos que los Centros Cívicos iban a cambiar su modelo. Para mal, pues se hablaba de incrementar de manera significativa los precios de las inscripciones a los cursos para hacerlos más sostenibles. Lo que, de facto, hubiera significado que solo la ciudadanía más pudiente podría haberse beneficiado de estos servicios. La filosofía de servicio público de los centros habría temblado, pues son espacios pensados para ofrecer bienes inmateriales a toda la ciudadanía por igual. En un contexto azotado por el paro, la bajada del poder adquisitivo de la ciudadanía, subir tanto las tasas para acceder a estos servicios un desatino. Falsa alarma. Recortes, "haberlos haylos", pero la red de doce centros cívicos de Vitoria-Gasteiz sigue ofreciéndonos ocio, arte, cultura, deporte? de calidad y a bajo coste.
Hemos convivido tanto con el modelo de los Centros Cívicos que ya no pensamos en su sentido. En su sentido último. Muchos ciudadanos han nacido con él por lo que lo aceptan sin preguntarse el por qué. No se trata sólo de ofertar actividades, cursos. La misión principal del sistema de Centros Cívicos es posibilitar a los ciudadanos espacios abiertos de encuentro, formación y orientación. Espacios donde se contribuya a la creación de hábitos saludables de ocio. Se persigue así mejorar nuestra calidad de vida. Y, por otra parte, la idea es descentralizar muchos de los servicios de los ayuntamientos acercando éste a la realidad de los barrios. Y así, cada barrio, cuenta -o debe de contar- con un Centro Cívico.
Fue en la primera legislatura como alcalde de Jose Ángel Cuerda, allá por 1979, cuando se gestó el proyecto de Centros Cívicos de Vitoria-Gasteiz. Y ya en su segunda, en 1983, cuando finalmente se materializó. El primer centro abrió sus puertas en 1985. En el barrio de Sansomendi. Al poco se inauguró el de Abetxuko, El Campillo y Ariznabarra. Eran éstos unos equipamientos con enfoque sociocultural, separados físicamente de las instalaciones deportivas. Ya en 1989 el Centro Cívico Iparralde empieza a funcionar con la zona deportiva habilitada en el mismo inmueble. A partir de entonces los centros cívicos recogen ambos ámbitos: el deportivo y el sociocultal. Todo en uno. Más tarde se construyen los Centros Cívicos Europa, Judimendi, Lakua, Hegoalde y Aldabe. En 2006 se cierra el Centro Cívico Europa para mutar en Palacio de Congresos, sustituyéndose por el Centro Cívico El Pilar.
En 2010 se suma el de Ibaiondo. Y quedan pendientes los centros cívicos de Salburua y Zabalgana para que todos los barrios de nuestra ciudad cuenten con este tipo de equipamiento.