Donostia. The Railway Man, dirigida por el australiano Jonathan Teplitzky, comienza con la clásica advertencia: "Basada en una historia real". Concretamente la de Eric Lomax, un oficial británico capturado por los japoneses en la II Guerra Mundial y enviado al campo de trabajo de la línea férrea entre Birmania y Tailandia. Su coraje le permitió sobrevivir a tremendas torturas y muchos años después, cuando ya vivía retirado junto a su esposa en el norte de Inglaterra, descubrió que el soldado japonés que fue responsable de gran parte de su sufrimiento seguía vivo. Así, la cinta relata el dilema del protagonista, que se debate entre la venganza y el perdón.

Lomax recogió su terrible experiencia en unas memorias que el productor Bill Curbishley compró hace más de diez años. Según confesó en la rueda de prensa de ayer, la idea inicial era filmar "una película bélica de carácter épico" que iba a costar 40 millones de dólares. Al no conseguir más que la mitad del dinero, casi eliminaron las escenas de guerra y se centraron en el factor humano, con lo que la historia, a juicio de sus responsables, ganó.

Tanto el productor como Frank Cottrell-Boyce y Andy Paterson, que adaptaron el libro de Lomax, mantuvieron una estrechísima relación con él y con su mujer Patti, interpretados por Colin Firth y Nicole Kidman. "Nos hemos convertido en amigos y en parte de su vida", aseguró el primero de los guionistas. El director Jonathan Teplitzky, que se sumó al proyecto mucho después, considera que la historia de Eric y Patti contempla "lo peor y lo mejor de la naturaleza humana". "El perdón es uno de los elementos que definen a la humanidad", aseguró, convencido de que Lomax no habría encontrado la paz interna matando a los japoneses que le torturaron, que en cierto modo, también eran víctimas de la guerra.

PARAR EL ODIO Patti Lomax, cuyo marido falleció a finales de 2012 antes de ver la película concluida, opinó que el guión y la dirección son "certeros" y mantienen la "esencia" de los hechos. "Hay mucha verdad ahí", declaró, satisfecha también del "fantástico" trabajo de Nicole Kidman.

Además, recordó unas palabras que Eric le dijo cuando visitaron uno de los cementerios de Tailandia: "Llega un momento en el que el odio tiene que parar". Según recordó ayer entre lágrimas, ella le preguntó si eso no suponía traicionar la memoria de los británicos asesinados por los japoneses, a lo que el respondió con la misma frase que cita Colin Firth.

"La fuerza del amor es mucho más fuerte que la del odio", sentenció el productor, a lo que Cottrell-Boyce añadió: "Y esto no es una idea filosófica. Conocimos a Eric, fue nuestro amigo, y nos demostró que se puede hacer". Teplitzky recordó que Eric les dijo una vez que el daño físico "se cura con rapidez", por lo que lo importante es "buscar la sanación de los daños internos para seguir adelante" y "tener acceso a emociones normales", algo que requiere de un gran esfuerzo. En ese sentido, confesó su gusto por el título con el que se estrenará la película en España, Un largo viaje, ya el de Eric Lomax fue "el viaje épico del descubrimiento interior de un hombre".

Por otro lado, Patti Lomax consideró que The Railway Man pone de relevancia la ignominia de la tortura, que no ha cambiado demasiado desde los tiempos de la II Guerra Mundial: de hecho, hace solo unos años su marido escribió un artículo para denunciar ante Bush las torturas con mangueras de agua. "Eric sufrió cosas mucho más terribles que las que muestra el filme, pero (los productores) me dijeron que si las mostrábamos nadie iría a verlo al cine", añadió.

La viuda de Lomax lamentó la poca atención que se presta a los veteranos de guerra, incluso a los que regresan de conflictos recientes como Irak o Afganistán. En su opinión, los diferentes gobiernos no se centran en el "estrés" sufrido por los soldados que han visto cosas horribles que afectan a sus mentes: "Se quedan solos".