Donostia. El cineasta británico Roger Michell, artífice de taquillazos como Notting Hill, defendió ayer en Donostia su última comedia, un género más bien atípico en los festivales pero que gustó a la mayor parte del público y también a la crítica. Con un guión del escritor Hanif Kureishi, la película está protagonizada por Jim Broadbent y Lindsay Duncan, que interpretan a una pareja de profesores de edad avanzada que deciden celebrar su trigésimo aniversario en París, donde no solo tratan de revitalizar su matrimonio, sino que recuerdan y viven momentos tan dulces como amargos.

"Queríamos retratar los claroscuros del matrimonio, aquello que dice el personaje de Jim en un momento de la película: en tan solo diez minutos puedes odiar y amar a la misma persona a la vez", señaló el director.

La pareja protagonista raya a gran altura con diálogos brillantes, a menudo cargados de ironía y pronunciados de manera inmejorable. Y es que según confesaron los actores, la filmación fue una experiencia "casi orgánica". Rodaron las secuencias en orden cronológico, tal y como se ven en la película, y ello les permitió recrear con mayor verosimilitud las emociones de sus personajes. A juicio de Duncan, todo es más fácil "si crees en el guión y te sientes cómoda con él".

El desencanto de la izquierda Los personajes son de izquierdas porque según bromeó el guionista, autor de novelas como El buda de los suburbios, Intimidad o El cuerpo, no ha conocido a ningún thatcherista en su vida. "Si no, tal vez lo habría incluido en la película", aseguró. El caso es que muchos de sus amigos, incluido el director, pertenecen a ese espectro.

Kureishi, que dice haber "desperdiciado" su vida entre radicales, maoístas y troskistas, creyó adecuado que los personajes tuvieran esa ideología porque la "amargura y desilusión" que ha sufrido la gente de izquierdas es un "contraste estupendo" para el cine contemporáneo. En ese sentido, Lindsay Duncan también consideró oportuna la caracterización de los protagonistas en la medida en que permite ampliar el "paisaje íntimo" de la relación de unas personas que tenían ideales y parecen haber perdido la ilusión.

Por otro lado, París fue siempre la opción más obvia porque, según bromearon los responsables de Le Week-end, "a un inglés le resulta más fácil viajar allí que a una ciudad como San Sebastián", pero sobre todo porque "es la ciudad de la luz" y la urbe "romántica" por antonomasia.

Preguntado por la prensa, Michell reconoció que su película "está embebida del espíritu" de cineastas como Jean-Luc Godard y la nouvelle vague francesa: "Eran las películas que los personajes veían cuando estaban en la universidad preparándose para la lucha", recordó el cineasta. De ahí el homenaje explícito a la película Bande à part, de Godard, que aparece a la mitad y al final del largometraje.

En cambio, Kureishi dijo no haber visto la trilogía en la que el director Richard Linklater retrata las idas y venidas de los amantes interpretados por Ethan Hawke y Julie Delphy. En Donostia, algunos periodistas compararon Le Week-end con esos filmes, algo que el guionista ya ha escuchado en otros lugares. Este, sin embargo, prefiere pensar en una película más cercana a Woody Allen "pero con otro tipo de chistes".

Además, consideró Le Week-end como una buena oportunidad para contar historias protagonizadas por gente de edad. "La mayor parte de las películas las acaparan personajes jóvenes y creo que las vidas de la gente mayor son cada vez más atractivas a medida que cumplen años", afirmó el guionista , a quien le preocupaba contar "qué hay de interesante en pasar con una misma persona veinte años" o "qué sucede entre los dos para que después de tanto tiempo merezca la pena seguir". "Son preguntas esenciales que el cine debe abordar, a ser posible en tono humorístico", aseguró.

Por su parte, Duncan consideró un regalo que le ofrecieran "un papel tan importante" a una mujer de su edad. "Es raro compartir una película con un hombre en igualdad de condiciones", aseguró en relación a Jim Broadbent, que dijo haber "empatizado y simpatizado" tanto con su personaje como con el de su compañero: "Y no es habitual identificarse con un personaje hasta ese punto".

El productor, que ha colaborado por cuarta vez con Michell, destacó que el filme ha tenido un presupuesto reducido (unos 2 millones de euros) y un equipo pequeño. "Hicimos esta película como una experiencia íntima, un trabajo de amor".