madrid. "Nunca nadie ha visto a un escudero y a un criado montados en dos caballos recorriendo La Mancha, y no hay más lección de vida que eso", dice Manuel Longares, que acaba de publicar Los ingenuos, una novela con gente buena y humilde en el Madrid de la posguerra, que se prolonga hasta la muerte de Franco. "La ficción nos enseña la vida, y está claro que aprendes más de las mentiras que de la verdad", explica a Efe Longares (Madrid, 1943) una de la voces más respetadas, muy premiado en los últimos años: su anterior novela Romanticismo obtuvo el Premio de la Crítica y el Francisco Umbral, entre otros galardones. Y, si en Romanticismo el escritor ponía la lupa en la burguesía "improductiva" madrileña, en Los ingenuos (Galaxia Gutemberg-Círculo de Lectores), lo hace sobre la gente humilde y popular, sobre una familia que vive en un Madrid duro en tres etapas o actos: el primero, a finales de los años 40; el segundo, en los sesenta, y se cierra en 1975, cuando muere Franco. Un Madrid con su cartografía como protagonista, con sus miles de callejas, plazas, cafés, tertulias. Calles aledañas a la Gran Vía, pero no de grandes avenidas. "De calles menesterosas, escoltadas por la sombra", dice el escritor. En Los ingenuos, Longares narra la historia de una familia buena, incauta, en donde las mujeres son dobles víctimas, por su circunstancia social y por su condición.
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