venecia. Las contradicciones, la forma de manipular a los demás y a sí mismo y los juegos de palabras son los elementos que definen al ex secretario de Defensa de EEUU Donald Rumsfeld, más que las afirmaciones que realiza en The Unknown Known, un documental que compite en la Mostra de Venecia.

"Al final se perdía en ese mundo de palabras", afirmó ayer el realizador del documental, Errol Morris, que dejó que fuera Rumsfeld el que se retratara a sí mismo con sus declaraciones en lugar de trazar un retrato crítico del que fuera responsable de Defensa de EEUU en dos periodos, entre 1975 y 1977, con el presidente Gerald Ford, y de 2000 a 2006, bajo el mandato de George W. Bush. Rumsfeld aparece en el filme satisfecho del trabajo realizado y no para de defender y justificar las decisiones que tomó el Gobierno de Bush, desde el asesinato de Sadam Hussein - "nosotros no asesinamos a líderes de otros países. Fue un acto de guerra", afirma rotundo- a la ausencia de torturas con agua en la base de Guantánamo (Cuba). Sonriendo y con un calculado aspecto de abuelo venerable, Rumsfeld se siente cargado de razón al afirmar que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha dado validez a muchas de las medidas aprobadas por Bush, como la ley antiterrorista de 2001, conocida como Patriot Act, al no derogarlas.

justificar la tortura "Obama se oponía a muchas de las cosas que hizo Bush, pero aún están ahí", indica Rumsfeld en una de las entrevistas que concedió a Morris para la realización de este documental. Son 33 horas de grabación realizadas en Boston en cuatro momentos diferentes y once días, explicó Morris, para quien el documental es un "retrato devastador" del que fuera uno de los principales asesores del presidente Bush. A lo largo de las entrevistas, Rumsfeld cae en numerosas contradicciones y realiza afirmaciones que son incluso confusas, en opinión de Morris.

Con el único testimonio de Rumsfeld, el realizador se basa en algunos de los más de 20.000 memorandos que el ex secretario de Estado de Defensa redactó durante su periodo con Bush para mostrar su papel en las guerras de Irak y Afganistán o en el desarrollo de la política antiterrorista de su país. Así, sobre las torturas a algunos presos acusados de pertenecer a Al Qaeda, se limita a señalar que fueron aprobadas por él cuidadosamente y que ninguna era excesiva. Justifica todas estas medidas y el ataque a Irak con otro de sus juegos de palabras: "La ausencia de pruebas no es la prueba de esa ausencia".

Y recuerda sonriente que presentó su dimisión dos veces tras destaparse los casos de abusos en la prisión de Abu Ghraib, "algo terrible que ocurrió bajo mi supervisión".