Bilbao

Picasso recogía piedras en la playa y después las pintaba para regalárselas como joyas a Dora Maar. Posteriormente, hizo lo mismo para Marie Thérese Walter, grabando su retrato en fragmentos de huesos y conchas. Giacometti hizo sus primeras joyas en 1935, tras un intento fallido de diseñar botones para la diseñadora italiana Elsa Schiaparelli. Fundidos en bronce, fueron rechazados al ser demasiado pesados, por lo que los convirtió en colgantes y broches para sus amigos. Calder alcanzó el éxito al hacer joyas a partir de la escultura moderna. Realizó 1.800 piezas únicas, inspiradas en las esculturas africanas y las vanguardias del París de los años veinte y diseñó piezas móviles que se activaban con los movimientos del cuerpo.

Dalí creó joyas impregnándolas con su inconfundible sello personal, basado en lo onírico y en el universo fantástico que caracteriza al surrealismo. Combinó oro, platino, piedras preciosas, perlas, corales y otros materiales para dar forma a corazones, labios, ojos, formas vegetales y animales, símbolos religiosos, mitológicos y formas antropomorfas. Él mismo también llegó a lucirlas. Su imagen, tomada por Philippe Halsman, en la que lleva tapado uno de sus ojos con la joya El ojo del tiempo, ha dado la vuelta al mundo.

Desafío Lejos de ser un arte menor, la orfebrería supone en realidad un desafío creativo. Tanto es así, que muchos escultores, pintores y orfebres rechazaron diseñar joyas y otros fracasaron al intentarlo. Sin embargo, la lista de artistas de la segunda mitad del siglo XX y del XXI que aceptaron el reto y se dejaron seducir por el brillo de las piedras preciosas y la delicadeza de la orfebrería es amplísima: Manolo Hugué, Giacometti, Heckel, Gargallo, Julio González, Alexander Calder, Picasso, Jeff Koons, Braque, Gaudí, Lichtenstein, Roberto Matta, Man Ray, Lipchitz, Jean Arp, De Chirico, Lucio Fontana, Yoko Ono, Miquel Barceló...

Algunas de estas piezas todavía lucen las orejas, muñecas o cuellos de algunas afortunadas; otras, han pasado a formar parte de colecciones privadas o a engrosar directamente los fondos de lo museos.

La coincidencia entre la escultura y la joyería de piezas hechas a mano comenzó con el modernismo catalán, un estilo que abarca todas las manifestaciones artísticas incluyendo la arquitectura, y cuyo máximo exponente fue el arquitecto Antoni Gaudí. En Alemania, la Bauhaus amplió la gama de materiales empleados por los artistas para fabricar joyas.

"La artesanía en Bauhaus fue considerada, por primera vez, casi en igualdad con las artes mayores y, por lo tanto, la línea entre ellas se borró hasta el punto de que pintores, escultores y arquitectos se sintieron cómodos haciendo objetos artesanales. La artista Anni Albers abrió el camino para trabajar con materiales de desecho. El profesor de Bauhaus, Josef Albers, en 1941, hizo un broche con un filtro de sumidero de aluminio suspendido de clips de sujetar papel", explican desde el IVAM, donde se clausuró en febrero la exposición De Picasso a Jeff Koons. El artista como joyero. Desde el pasado mes de junio y hasta el 15 de septiembre, se pueden ver también en el Bellas Artes de Bilbao algunas joyas que creó Francisco Durrio (Valladolid, 1868-París, 1940), artista afincado en París durante 52 años y amigo intimo de Gauguin y de Picasso, entre otros, aunque Bilbao fue para él una evocación sentimental permanente. Durrio fue escultor, ceramista y orfebre, técnica que plasmó en un conjunto de joyas de estética modernista de las que hoy se conocen más de 25 modelos diferentes. Son piezas en plata, con piedras semipreciosas, que constituyeron broches, hebillas, colgantes, sortijas, alfileres y argollas, de líneas ondulantes y formas cerradas, y con fuerte carga simbolista e inspiración oriental.

Pero, no solo se pueden ver, incluso se pueden adquirir en la tienda de la pinacoteca reproducciones de cuatro de estas piezas, realizadas por la creadora bilbaina Matxalen Krug. Se trata del colgante Aves, el broche Rostro de mujer, la hebilla Cleopatra besando a la serpiente (que ha sido reproducida como broche), y el alfiler Cabeza con media luna.

En total, se han realizado 75 piezas de plata exclusivas y limitadas a esta colección. Parte de ellas, también se han creado para el MNAC (Museu Nacional d'Art de Catalunya) porque Barcelona es cuna del modernismo y de otro gran orfebre contemporáneo de Francisco Durrio, Manolo Hugué, del que actualmente pueden verse también varias piezas en la exposición.

arquitectura Las primeras espadas de la arquitectura mundial también han querido aventurarse en el arte de la alta joyería. El autor del Guggenheim Bilbao, Frank Gehry, ha lanzado sus propuestas de joyas con aires arquitectónicos, tanto por su material como por sus formas inspiradas en los giros y curvas que han hecho famosos sus edificios. Sus piezas se pueden adquirir en la joyería Tiffany's, donde se pueden encontrar sus colecciones Axis, Equus, Fish, Flux, Orchid, Torque y Tube.

Gehry ya trabajó para Tiffany's en una célebre colección de joyas, la serie Fish. Sus famosas formas de peces aparecían en colgantes y anillos, así como las ondulaciones típicas de sus edificios. Las joyas de Gehry cuestan desde los 300 a varios miles euros. Algunas como los de la serie Fish ya no se pueden adquirir, aunque de vez en cuando sus propietarias las vuelven a lucir en público. Otros artistas que también han expuesto en el Guggenheim han aceptado el desafío de la alta joyería. Así, el creador británico de origen hindú, Anish Kapoor, tradujo sus enormes creaciones de acero o fibra de vidrio a un proyecto de escala reducida para la casa italiana Bulgari. Sus esculturas disminuyeron en tamaño para tomar la forma de un anillo, en acero y oro rosa, con el que reinterpretó el diseño de la marca para celebrar, en 2010, el décimo aniversario de su icónica colección B.zero1.